Derrotemos la entrega de la universidad pública al capital financiero

Declaración de la Organización Colombiana de Estudiantes, Bogotá 14 de marzo de 2011.

El presidente Juan Manuel Santos anunció el pasado 10 de marzo una reforma estructural a la educación superior. De sus palabras se extrae que apunta a favorecer de manera directa al capital financiero y a las multinacionales de la educación superior, así como a marchitar la situación financiera de las universidades públicas. Esta política es lo más grave que le podría suceder a la educación superior en Colombia en toda su historia.

La modificación propuesta en la naturaleza de las Instituciones de Educación Superior, respecto a su transformación en entidades con ánimo de lucro, es una exigencia de las multinacionales de la enseñanza superior y del capital financiero. Así quedó consignado en el capítulo de comercio transfronterizo de servicios del Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos, en donde Colombia se comprometió a crear una “forma de tipo especifico de entidad jurídica para los servicios de enseñanza superior”. Dicha reforma les permite, a la luz de la legislación comercial, que este tipo de instituciones puedan distribuir dividendos y realizar inversiones en otros sectores de la sociedad, para no hablar de las implicaciones en lo referente a los costos de matrícula y demás servicios universitarios.

Esta propuesta que se presenta como novedosa tiene su origen en el tratado de libre comercio, firmado entre Estados Unidos, México y Canadá, el TLCAN o NAFTA, que implicó la entrada de las multinacionales de la educación superior y de las universidades corporativas: Apollo Global Incorporated y la Laureate Education Inc, entre otras. Esta ultima que ha comprado universidades en más de 20 países y que ya se alza como una de las dueñas del “mercado” universitario en Mexico, avanza a pasos avasallantes en Brasil, país que como lo señaló Santos, será el ejemplo a seguir y en donde solamente la Laureate Education Inc. se ha hecho al control de 9 Instituciones de Educación Superior. Con esto se abre la compuerta para que juventud colombiana sea formada por las multinacionales ligadas a la producción como las de Motorola, Disney, Malboro, Coca Cola, General Motors, Lufthansa, Shell, American Express, Microsoft. Este tipo de instituciones ya tienen sus primeras semillas con la universidad de Sanitas y con la Chevrolet para taxistas.

Tampoco sorprende que se condicionen los recursos para las universidades públicas sobre la base del cumplimiento de "indicadores de gestión". Esta propuesta no sólo no va a resolver la crisis financiera de las universidades públicas, que como lo ha afirmado el Sistema de Universidades Estatales, SUE, es superior a medio billón de pesos, sino que además vulnera la autonomía, la calidad y la democracia universitarias. Estos indicadores conllevan al aumento en cobertura sobre la base de los mismos o de menos recursos por estudiante, incrementos destinados a su vez, solamente, a ciertas universidades, programas y metodologías de enseñanza, en resumen: los nuevos recursos serán para los programas acordes a las necesidades de los “sectores locomotoras” de la mal llamada prosperidad democrática, o en palabras de Santos “en nuestro gobierno, la educación de nuestros niños y jóvenes corresponde a los rieles de las cinco locomotoras que nos llevarán hacia la Prosperidad Democrática”.

La reforma propuesta permite que las multinacionales de la educación superior y las universidades corporativas se entronicen en la educación superior, subsidiando la demanda de educación privada por medio del Icetex, pero además con base en lo acordado en el TLC, será claro que dichas instituciones también podrán hacerse a subsidios directos por parte del Estado y aupados con exenciones tributarias. La reforma educativa de Santos es en suma la consolidación de la confianza inversionista de Uribe, esta vez en el sector educativo.

La mejor manera para hacer de la educación superior un negocio privado es comenzar por desmantelar su carácter público, su financiación proviene del presupuesto nacional aportado por la población, es por esto que debe estar a su servicio. Los altos costos de matrícula de las universidades privadas son producto del marchitamiento premeditado de las universidades públicas y de la permisividad oficial hacia los mercaderes de la educación. Estas condiciones oprobiosas se profundizarán a menos que los sectores demócratas de la sociedad opongan la unidad y la movilización a la más retardataria de las propuestas educativas en la historia del país. Que cuente el país con que los estudiantes unidos con los demás estamentos universitarios derrotaremos ésta iniciativa mediante la lucha de masas y persistiremos en el propósito de concretar una educación de carácter científico, al servicio del desarrollo de la nación y del progreso del pueblo colombiano. Derrotar la política de Santos en educación superior es la tarea principal de estudiantes, profesores, trabajadores y todos los que defiendan la educación pública.

¿QUÉ TAN PÚBLICOS SON LOS SERVICIOS PÚBLICOS?



11 de marzo de 2011

Sergio Muñoz, Presidente OCE-Unicesar.

El tema de los servicios públicos (en sentido amplio) ha generado fuertes controversias y cuantiosa bibliografía. Ha sido un tema cuya noción ha sufrido diversos cambios, principalmente por la política económica en auge en los respectivos momentos históricos en determinada ubicación geográfica.

Actualmente, la política neoliberal ha deformado la esencia de los servicios públicos, cual es garantizar los deberes del Estado hacia la sociedad con miras a cumplir sus fines esenciales. Y la ha deformado a tal punto que el rango de la circunferencia de los servicios públicos parece estrecharse sólo a los domiciliarios, y porque la prestación de los mismos, hoy día, excluye casi totalmente la participación estatal, dejando todo en cabeza de los particulares.

Lo que se presentó en la constitución de 1991 como una gran innovación y como la tabla de salvación para los usuarios y el Estado se ha convertido hoy en su más oscura pesadilla. Para darse cuenta de esto simplemente basta consultar a la gente del común, tan plagada de amargas experiencias con los operadores privados.

El artículo 365 de la Constitución Política señala que los servicios públicos podrán ser prestados “indirectamente” por particulares. Este artículo, junto al régimen legal instaurado con base a lo que se preceptuó, dieron vía libre para que el Estado colombiano entregará a menosprecio sus empresas y activos; liquidara a las organizaciones de trabajadores, y así, los privados se pudiesen hacer a jugosos dividendos por la vía de encarecer en más de 220% el goce de dichos servicios.

Según nuestra normatividad “es deber del Estado asegurar su prestación eficiente (la de los servicios públicos) a todos los habitantes del territorio nacional”. En la realidad el Estado se ha encargado de generar numerosas prerrogativas a las empresas privadas, y de desangrar paulatinamente a las pocas entidades públicas que aún superviven. Estas empresas privadas prestadoras de servicios públicos se encuentran inmersas dentro de los mercados de capitales internacionales y, precisamente, se nutren de las onerosas tarifas que cobran a los usuarios, y así mantener su orgía especulativa. Emiten bonos, compran otros, valorizan sus activos, comprometen sus ganancias futuras con diversas entidades financieras y, en caso de derrumbarse su castillo de naipes el Estado y los expoliados usuarios correrán en su salvación. Con cara ganan ellos, con sello perdemos nosotros.

Contrariando uno de los principios de la sentencia T-443 de 1992, las empresas privadas de servicios públicos privilegian a los sectores económicamente pudientes. Lo anterior quiere decir que el acceso a los mismos se fundamenta en la capacidad de pago, lo que conduce claramente a que los más pobres o no podrán acceder a los servicios públicos, o accederán a unos de pésima calidad.

En este punto es evidente que el abandono de los servicios públicos por parte del Estado ha redundado en el aumento de las necesidades básicas insatisfechas, de la pobreza y miseria, y de la indignidad e indignación de nuestros compatriotas. Los servicios públicos son un área estratégica, por esto los Estados serios no permiten que los particulares se inmiscuyan en tan sensible actividad. Todo lo contrario de lo que le exigen hacer a Colombia, y que nuestros gobernantes obsecuentemente aplican.

Por esto se hace necesario repensar el modelo político, económico y social que hoy nos rige. La realidad nos ha demostrado su fracaso y su exclusivo compromiso con la generación de ganancias exorbitantes para un puñado. Es urgente dotar al Estado con las herramientas indispensables para ejecutar, dirigir, mantener, intervenir, planificar y ejercer control sobre los servicios públicos y su prestación, en aras de garantizar el bienestar general producto de su goce. La participación de todos los ciudada

Palabras del Presidente Santos en la presentación de la propuesta sobre la reforma integral de la educación superior

Jueves, 10 de Marzo de 2011

Las siguientes son las palabras del Presidente de la República este 10 de marzo durante el acto de presentación de los lineamientos de esta propuesta del Gobierno nacional.

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Lea a continuación las palabras pronunciadas por el Presidente Juan Manuel Santos:
"En 18 años todo cambia. Nada es igual.

Recuerden cómo era Colombia hace 18 años, con unas realidades económicas y de seguridad, muy distintas a las actuales.

Ahora somos parte de ese grupo de países que proyectan mayor crecimiento para los próximos 10 años, que se denominan los CIVETS, además de que el Banco HSBC nos ubicó dentro de las 30 economías más grandes del mundo para el año 2050.

Estando en un país y un mundo en permanente evolución, es una necesidad -un deber- no sólo adaptarse a los cambios, sino también estar siempre un paso adelante de ellos.

Ustedes -señores rectores- saben bien cómo han avanzado sus universidades en el mismo periodo de tiempo, no sólo en cuanto a infraestructura y número de estudiantes, sino también en exigencia académica y en la flexibilidad de sus programas, en la acreditación.

Hace 18 años yo estaba en el Ministerio de Comercio Exterior, antes estaba como miembro del Consejo Superior de la Universidad de los Andres, con el doctor Angulo -que aquí está presente- y hoy es un mundo muy diferente y una universidad muy diferente.

Allá me acuerdo cómo analizábamos y cómo se tomaron decisiones que trascendieron muchísimo en la calidad de la universidad y que también después vimos cómo evolucionó el país.

Y fue hace algo más de 18 años cuando -apenas un año después de haberse expedido la Constitución de 1991- se promulgó la Ley 30 sobre el servicio público de la Educación Superior.

Esta ley -sin duda-ha permitido el desarrollo de la educación superior que hoy tenemos, pero también tenemos que estar de acuerdo en que fue elaborada para unos desafíos distintos a los actuales.

En las últimas dos décadas se masificó Internet, y ahora las tecnologías de la información son parte esencial de la vida de quienes ingresan hoy a la Educación Superior.

Hace 18 años, por ejemplo, apenas se estaba hablando en este país del celular, de la internacionalización de la economía, de la globalización como un elemento importante para la educación.

Pero al mismo tiempo, 18 años después de esa Ley, constatamos situaciones preocupantes:

En los últimos 10 años, más de 3 millones 200 mil jóvenes bachilleres no ingresaron a la educación superior o desertaron.

En consecuencia, muchos salieron prematuramente al mercado laboral, generalmente sin éxito.

Esto tiene repercusiones en la economía, pues significa una enorme presión sobre el empleo.

De hecho, la mayor tasa de desempleo está entre los jóvenes de 17 a 24 años, allí el promedio es casi el doble que el promedio nacional.

Por eso, se los digo sin rodeos: la Ley 30 de 1992 -con los beneficios que trajo en su momento- no se ajusta a los desafíos que hoy tenemos por delante.

Si de veras queremos dar el salto al desarrollo, ser la promesa cumplida de los CIVETS o hacer realidad los pronósticos del Banco HSBC, necesitamos un sistema de Educación Superior acorde con nuestras realidades, con nuestras metas y con el mundo de hoy.

De hecho, para ingresar a la OCDE -esa organización de países con buenas prácticas a la que estamos postulando-, debemos mostrar, por ejemplo, mejores indicadores en cuanto a formación académica.

Hemos venido mejorando en educación básica, llegando a un buen nivel de cobertura de casi el 100% -y eso hay que abonárselo al gobierno del (ex) Presidente Uribe, ahí se hizo un esfuerzo realmente importante- y trabajamos duro para subir la cobertura de la educación media.

Creemos, además, en nuestro gobierno, que la educación de nuestros niños y jóvenes corresponde a los rieles de las cinco locomotoras que nos llevarán hacia la Prosperidad Democrática.

Por eso estamos decididos a trabajar en este cuatrienio con énfasis en un objetivo inaplazable -eso con la Ministra lo hemos discutido muchísimas veces- le he dicho que hay que adoptar ese mantra: la calidad educativa, manteniendo y mejorando los niveles de cobertura.

Pero también debemos trabajar para que esos jóvenes que se gradúan de bachilleres, continúen su formación y no detengan ese proceso en el colegio o deserten a mitad de camino.

No podemos conformarnos con este cuello de botella.

No es posible que el país y las familias se esfuercen por graduar a sus jóvenes como bachilleres, para luego dejarlos sin mayores oportunidades.

Sé que es un reto difícil, un reto que tenemos, y que espero, podamos cumplir.

Tenemos que ser capaces de generar una mayor oferta de instituciones y programas de educación superior que garanticen excelente calidad y acceso a los jóvenes pobres.

En la campaña recorrí mucho este país, y tal vez de los momentos donde la gente más respondía era a la oferta de romper ese cuello de botella.

Ustedes vieron a las madres de Familias en Acción. Todas las madres lo que le dicen a uno hoy es: 'Por favor Presidente, déle oportunidades a mis hijos para que después de graduarse del colegio -después de mucho esfuerzo- puedan continuar con su educación superior'.

Y ese cuello de botella, además, tiene un ingrediente que agrava el problema y es que la educación del bachillerato no es una educación para el trabajo.

La persona que no puede continuar la educación superior no sabe trabajar, y por eso entran a engrosar las filas del desempleo, a engrosar las filas de las bandas criminales, del narcotráfico, de la violencia.

Por difícil que parezca, es un desafío que no podemos aplazar.

Para nuestra propuesta de reforma a la Ley 30 de Educación, la Ministra y todo su equipo consultó muchos estudios e hizo muchas investigaciones a nivel nacional.

También revisaron experiencias internacionales sobre cobertura, sobre calidad, sobre internacionalización, sobre equidad y sobre el posicionamiento de la educación como el motor de todas las transformaciones sociales.

Pero no queremos, ni podemos, hacer esta reforma solos.

Ustedes están acá, como representantes de la Educación, porque hoy iniciamos un proceso de discusión colectiva en talleres y mesas de trabajo regionales.

Queremos escuchar las voces de los rectores, de los profesores, de los estudiantes y de los padres de familias.

Queremos escuchar al sector productivo, y que hablen también los jóvenes que no han tenido acceso a la educación superior y sus padres.

También queremos conocer la experiencia internacional, para lo cual el Ministerio organizará en abril un foro Internacional con invitados de primer orden, que compartirán las lecciones aprendidas en sus países.

La idea es que -de la mano de todos ustedes- presentemos al Congreso un proyecto de reforma visionario y pragmático.

Porque una reforma tan importante requiere de una discusión amplia y pública.

Siempre he sido un convencido de que la concertación y la discusión enriquece la calidad de las políticas públicas, y sobre todo de una política pública tan importante, tan trascendental para el futuro de nuestro país como es su educación superior.

El objetivo es sembrar y cultivar una generación productiva, jóvenes que reciban conocimientos y competencias útiles, de acuerdo a lo que demandan los sectores público y privado.

En Colombia -por ejemplo- el 65 por ciento de la educación superior es universitaria y el 35 por ciento es técnica.

Esa proporción es a la inversa en países desarrollados, y nosotros quisiéramos al menos dejar al final de este gobierno esa relación en 55-45, avanzando hacia una situación ideal de paridad.

El propósito es tener más colombianos que -además de tener una formación académica de calidad- ingresen exitosamente al mercado laboral o inicien sus propios emprendimientos.

También, buscamos consolidar una educación sintonizada con la realidad del país y con las tendencias internacionales.

Debe quedar muy claro que el proyecto de ley respeta y -más aún- fortalece el principio de autonomía universitaria.

No vamos a debilitar ese principio, y en eso tienen mi palabra.

Hecha esa aclaración, quiero contarles los cuatro objetivos de este proyecto de ley, que estamos poniendo a su consideración.

El primero -ya lo he dicho- es promover mayor calidad.

Planteamos incentivos a la buena calidad y a procesos de acreditación, así como al fomento de investigación e innovación.

Precisamente, el 10 por ciento de las regalías -según la reforma que está en trámite en el Congreso- será invertido en programas regionales de ciencia y tecnología.

Desde hoy los invito, señores rectores, a pensar en proyectos de ciencia y tecnología que fortalezcan la investigación y la innovación de sus instituciones e impacten el desarrollo regional.

El segundo objetivo de esta reforma es generar condiciones para que más colombianos se gradúen de la educación superior.

Para esto se necesita plata -y mucha-.

Albert Einstein dijo alguna vez: "Si la educación te parece cara, prueba con la ignorancia".

Los recursos públicos son limitados y debemos ser muy ingeniosos para ampliar las fuentes de recursos del sector.

Prevemos mantener la base presupuestal de las Instituciones de Educación Superior públicas, adicionando un aumento porcentual escalonado, dirigido a mejorar la calidad, la formación docente, la investigación y el aumento de cobertura con énfasis regional.

Es decir, además de la base presupuestal y del ajuste natural por cuenta de la inflación, el Estado otorgará un 1 por ciento adicional en 2012; un 2 por ciento en 2013, y un 3 por ciento entre 2014 y 2019, premiando resultados y buenos indicadores de desempeño.

También le inyectaremos a la educación superior pública, no sólo aportes del Estado, sino Alianzas Público-Privadas.

La educación pública -si quiere ser competitiva- no puede negarse a la posibilidad de tener fuentes de inversión privada.

Y eso -que quede claro- no significa privatizar, sino invertir.

Desde ya quiero evitar malos entendidos.

Lo que estamos proponiendo busca -simple y llanamente- que el sector privado se meta la mano al bolsillo en beneficio de la educación superior pública -y en alianza con ella-, sin que eso represente un sólo peso de costo adicional para el estudiante.

¡Todo lo contrario! Los beneficios de las alianzas público-privadas mejorarán la calidad de la formación y la investigación.

Serán negocios en los que todos ganan, como ha pasado en Corea, China, Irlanda, Estados Unidos o -para no ir muy lejos- en los Parques Tecnológicos Universitarios de Brasil.

Y para las instituciones privadas también tenemos una propuesta: mayor inversión.

A las instituciones de educación superior se les ha exigido que sean sin ánimo de lucro, lo que ha limitado las posibilidades de inversión privada en ellas.

Por eso proponemos crear instituciones de educación superior con ánimo de lucro.

Brasil es un ejemplo de cómo esta fórmula multiplica la cobertura:

¡En 12 años pasaron de 1'800.000 estudiantes a casi 6 millones!, teniendo un 75 por ciento de instituciones con ánimo de lucro.

Estas instituciones -además- aportan recursos para los fondos de becas y de crédito que benefician a los más pobres.

Hoy nuestro Ministerio de Hacienda y la DIAN estudian la viabilidad de un esquema similar, para que las instituciones con ánimo de lucro reciban beneficios tributarios a cambio de aportes a los fondos de becas de Icetex.

Otro ejemplo es Corea: allí financian la demanda mediante un sistema de crédito -otorgado por el sector financiero con garantía parcial del Estado-, además de ofrecer estímulos y exenciones tributarias a las instituciones de educación con ánimo de lucro.

En la misma China, bajo un régimen comunista, se ha pasado de dos millones de estudiantes a 26 millones en menos de 20 años, con una oferta privada -en los últimos 10 años- que alcanza al 20 por ciento de los estudiantes.

En Colombia tenemos que entender, de una vez por todas, que no podemos anclarnos en el debate perpetuo sobre si es válido o no que el sector privado invierta en la educación superior pública, mientras otros países crean millones de cupos, mejoran su calidad y nos adelantan en la carrera de la competitividad.

De acuerdo con nuestra propuesta, el esfuerzo conjunto entre el Estado y el sector privado podría significar unos 2,4 billones de pesos adicionales para el sector en los próximos 3 años.

Esos recursos serían suficientes para que pasemos de alrededor de 1'600.000 estudiantes que hoy están en procesos de formación de educación superior, a 2'200.000 estudiantes recibiendo educación superior pertinente y de calidad, en el 2014.

¡Un aumento del 37 por ciento!

El proyecto de ley también fortalece al ICETEX.

Contempla la creación de un fondo que garantice el sostenimiento de estudiantes de bajos recursos -promoviendo su permanencia- y destina recursos para mantener los subsidios de matrícula.

Este fondo también permitiría un pago diferido de los créditos subsidiados o del valor de la matrícula, de tal manera que los estudiantes comiencen a pagarlos cuando se gradúen, cuando se vinculen al mercado laboral y superen un umbral mínimo de ingreso.

Durante nuestra campaña insistimos mucho en que íbamos a dar prioridad a este sistema de becas-crédito del Icetex, y me complace muchísimo decir que lo estamos haciendo, porque eso va a romper el cuello de botella del que estábamos hablando.

Precisamente, hace algo más de un mes, en el Foro que convocó el Partido de la U sobre el tema de la educación -en el que siempre ha mantenido una importante iniciativa- nos comprometimos a trabajar para que los intereses sean cada vez más bajos y para hacer del sistema de becas-crédito una herramienta para aumentar la cobertura y estimular el buen rendimiento académico.

Y no se quedó en palabras este compromiso ¡Ya comenzamos!

Como muchos de ustedes saben, redujimos la tasa de interés -del 16 por ciento al 4 por ciento anual en época de estudio- y determinamos condonar el 25 por ciento de la deuda para graduados del Sisbén 1 y 2.

Hoy proponemos -además- ampliar la condonación hasta un ciento por ciento a aquellos estudiantes que obtengan los mejores resultados en la pruebas SABER-PRO.

Por otra parte, las instituciones de educación superior podrán financiar sus proyectos de expansión y mejoramiento con créditos de FINDETER, con respaldo de sus obligaciones a través de un fondo de garantías.

Un tercer objetivo de esta ley es adecuar el Sistema de Educación Superior con la realidad nacional y armonizarlo con las tendencias regionales e internacionales.

Es decir, la educación superior debe ser útil y pertinente para las regiones del país, y también para cumplir con los estándares internacionales como los que establece la OCDE.

En el plano regional servirá para la distribución de recursos adicionales y escalonados de cada año -como les comenté antes-.

Proponemos crear Comités Departamentales de Educación Superior -con la participación de las Secretarias de Educación- como instancias de coordinación a nivel regional.

Después de todo, las regiones son las que pueden determinar el tipo de capital humano que requieren y demandan.

En el plano de la internacionalización, nuestra propuesta facilita la movilidad de estudiantes, profesores e investigadores, así como su participación en redes académicas.

También promueve la internacionalización del currículo y de nuestro sistema de calidad, para que nuestros profesionales tengan las puertas abiertas en muchos otros países.

Como cuarto y último objetivo, el proyecto de ley contiene un capítulo específico de Transparencia y Buen Gobierno.

Con él buscamos promover criterios de gobernabilidad que combinen la autonomía institucional y la responsabilidad pública.

También se exige la rendición de cuentas, para que la sociedad y el Estado reciban información veraz y oportuna de los recursos recibidos por las instituciones -tanto del Estado como de la sociedad en general- y las metas alcanzadas con estos recursos.

En suma, nuestra propuesta se basa en cuatro pilares:

Promover la calidad y la investigación; aumentar los recursos para la educación superior, incluyendo el capital privado; tener una educación pertinente en lo regional y competitiva en lo internacional, y garantizar una gestión educativa basada en el buen gobierno.

Cito siempre una frase del Libertador Simón Bolívar, que nos puede dar una idea del inmenso reto que asumimos hoy, y que no es sólo del Gobierno sino de todo el sector educativo:

Decía Bolívar: "Las naciones marchan hacia su grandeza al mismo paso que avanza su educación".

De manera que los invito, señores rectores, a considerar a fondo esta propuesta que permitirá traer más recursos públicos y privados al sector.

Con ellos podremos mejorar la calidad de nuestras instituciones, la calidad de nuestros programas, y hacerlos asequibles a más jóvenes.

Los profesores tendrán mejores oportunidades de continuar con su formación, de investigar y tener un mayor contacto con los sectores sociales y productivos, a través de las alianzas público-privadas, así como mayor movilidad y posibilidades de trabajo en redes y en grupos internacionales.

Invito también a los padres de familia para que trabajemos unidos en esta propuesta que les dará a nuestros hijos una excelente formación, al alcance del bolsillo de todos.

Finalmente hago un llamado al sector productivo para que se involucre, como una manera de ser responsables directos de la formación de nuestro recurso humano.

La formación de esta generación -y de las siguientes- debe ser un motivo de Unidad Nacional.

Se trata de trabajar juntos para darles a los jóvenes un proceso de formación sostenido, sin que tengan que abandonarlo a mitad de camino.

Pensemos en esto: hace 8 años se graduaron poco más de 400 mil bachilleres, el año pasado fueron 620 mil y para el 2014 alcanzarán casi 780 mil.

A ellos -y a los que vienen cada año-, debemos garantizarles su tránsito por la educación técnica o universitaria.

Por eso invito a toda la sociedad a que nos acompañe, con entusiasmo, con determinación, en este camino de reforma de la educación superior.

Las nuevas generaciones de estudiantes merecen una nueva Ley de Educación Superior:

Una ley que los ayude a formarse en un mundo nuevo, en un mundo del siglo XXI, una ley que les permita -como decía Bolívar- marchar hacia la grandeza personal y hacia la grandeza de nuestra nación.

Muchas gracias".
Escuche las palabras del Presidente Juan Manuel Santos
Escuche las palabras del Presidente Juan Manuel Santos

LECCIONES QUE SE DEBEN APRENDER


Armando Portela Quintero - Coordinador CEDETRABAJO (Cesar)

Cuando se escuchan términos como lección y aprendizaje, inmediatamente tomamos como referente la práctica, el quehacer cotidiano de los maestros y maestras, su labor abnegada en el desarrollo de la docencia que es la aplicación de su saber específico, la pedagogía. De esto sabe y conoce mucho el magisterio colombiano. Sin embargo, bueno es recordar viejas lecciones y permanecer con la mente abierta para nuevos aprendizajes; pues, Las viejas lecciones tienden a disiparse en el intrincado laberinto de la complacencia y a borrarse en la oscura sombra de los tiempos.

Esta reflexión viene al caso al recordar que tras una larga y sostenida lucha, durante dos azarosas décadas, de los 70 y los 80 del siglo XX, el magisterio colombiano organizado en la Federación Colombiana de Educadores –FECODE-- obtuvo un resonante triunfo. Fue una época de épicas batallas por sacar del ostracismo a la profesión docente, porque se le reconociera su estatus laboral especial y por lo tanto y correlativamente un régimen prestacional y de salud especiales, todo ello garantizado por el cerrojo de la estabilidad laboral.

Al magisterio colombiano, también es bueno  recordarlo, nada le ha sido dado: todos los derechos que reivindicó y las garantías laborales y prestacionales con que se ha venido beneficiando, como consecuencia de la más elemental justicia, fueron conquistados en un constante, firme y decidido batallar en contra de las más retardatarias corrientes políticas y sociales empotradas en la cúpula del Estado. Esta conquista de derechos, es, pues, una de esas importantes lecciones que no se deben olvidar.

Con el correr de los años, obligado por su cada vez más recurrente y profunda crisis, el sistema capitalista imperial ha puesto en marcha la hasta hoy más salvaje y perversa andanada de pillaje y saqueo contra los pueblos y naciones débiles del mundo: se trata de la política neoliberal, también conocida como globalización, que ve como rentables negocios y busca jugosas ganancias hasta en servicios que son derechos fundamentales de la sociedad, tales como la salud y la educación. Sobra decir que con el señuelo de la modernización neoliberal, el sistema nacional de salud pública ha sido arrasado completamente toda vez que los sucesivos gobiernos lo han venido entregando al control voraz de un minúsculo grupo intermediario, las EPS, en detrimento de la salud del pueblo cuya atención es cada vez más precaria y deficiente.

La misma suerte de la salud le espera a la educación. Ya el neoliberalismo decidió que allí hay un rico filón de ganancias y ha empezado su devastadora labor de saqueo, con el auspicio de gobiernos antipopulares y sumisos al imperio como el actual,  de Juan Manuel Santos, que aplica al pie de la letra los postulados de la “Revolución educativa” de Uribe Vélez y pretende entregar la educación pública al sector privado por la vía de contratación o el pago de subsidio a entidades particulares, así como a través de los llamados megacolegios, construidos y dotados con dinero del Estado y luego son entregados en concesión a entes privados, todo en detrimento de la  calidad de la educación y de los derechos laborales, de salud y estabilidad de los maestros y maestras colombianas. 

En respuesta a tan fatídica pretensión gubernamental, la Federación Colombiana de Educadores FECODE presentará el próximo 7 de Abril, un pliego de peticiones al gobierno donde se recogen las más sentidas aspiraciones de los docentes de Colombia. Es la oportunidad para que en el departamento del Cesar los maestros y maestras, antiguos y nuevos, acompañemos solidariamente a nuestro sindicato ADUCESAR y a FECODE a nivel nacional, haciendo un despliegue inusitado de iniciativa y entusiasmo explicando a los padres de familia y a los estudiantes cuál es el peligro que se cierne sobre la educación y la soberanía de Colombia con la privatización de la educación.

Hoy es necesario tener en cuenta dos lecciones nuevas, frescas: la lucha de los trabajadores del Cerrejón, aglutinados en su sindicato, Sintracarbón, y a los camioneros, agrupados en la Asociación Colombiana de Camioneros –ACC-. Estos dos importantes sectores de trabajadores y productores nacionales nos han señalado con su accionar cómo es que debemos defender nuestro Pliego de Peticiones. Como ellos es necesario que la organización sindical se dé a la acuciosa tarea de difundir dicho Pliego en la comunidad educativa y demás estamentos sociales,  pedagogía a fondo, educar y concientizar tanto al magisterio como a los usuarios del servicio público educativo  de la justeza de cada una de las peticiones y de los beneficios que  tiene una educación pública de calidad, de carácter científico, con cobertura universal y totalmente financiada por el Estado. 

Las lecciones de los trabajadores mineros del carbón y de los camioneros son claras: 1) se requiere de la más férrea unidad gremial para conjugar la fuerza de la razón con la razón de la fuerza para desarrollar, con posibilidad de éxito, una batalla de largo aliento con tesón y sin desmayo; 2) Es necesario asumir la defensa del Pliego con decisión inquebrantable para no retroceder ante los escollos de la adulación, la intimidación, la calumnia, la amenaza y la represión, seguros de que la conquista y defensa de nuestros derechos no serán concedidos gratuitamente sino que dependen totalmente de nuestra unidad y capacidad de lucha.

La suerte está echada. El Pliego de Peticiones, que contiene reivindicaciones importantes como el respeto al régimen especial de salud, un Estatuto Único para la Profesión Docente, entre otros, será el muro de contención a la feroz arremetida del gobierno neoliberal de Juan Manuel Santos contra el magisterio y la educación pública. 

¡Defendamos firme y decididamente nuestro justo Pliego de Peticiones!


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