¿Sí hubo independencia el 20 de julio de 1810?.

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Fecha 20 Julio 2010

Por: Manuel Palencia Caratt

Hoy 20 de julio, hace 200 años, que nuestra patria se asomó a las fronteras de la emancipación, la cual se sustentaba en la razón legítima de respirar los aires de libertad, para edificar el destino de una patria nueva, familiar, solidaria, mejor y justa, donde cada quien debía tener el derecho legitimo de escoger su porvenir a la manera de sus capacidades y para evitar el peso de una tiranía deshumanizante, que durante 260 años se paseaba por nuestro territorio de entonces, (hoy Colombia,) con el látigo flagelante para intimidar la conciencia de un pueblo que ya tenía fe de conocimiento con respecto a la independencia de los Estados Unidos y de la revolución francesa, que había parido los derechos del hombre.

Y esa revolución fue la chispa gigante que se extendió hacia los pueblos que estaban subyugados o agachados por la opresión. De ahí la importancia de la declaratoria de los Derechos del hombre, que tradujera el gran Antonio Nariño, verdadero apóstol de nuestra libertad; genio, figura y relieve de importancia histórica, que entregó su elocuencia patricia al servicio de esta patria maltratada desde tiempos lejos, y que por desventura, estaba preso en Cartagena, y no se hizo presente el 20 de julio, movimiento que hubiera sido distinto, quizás con el aporte directo de este gran paladín republicano.

Por ello, haciendo un recorrido de nuestro pasado histórico, con la licencia consciente que el 20 de julio de 1.810, solo fue un disparo de inconformidad que dejó su eco resonante como una voz de alerta, para que nueve (9) años después en el Pantano de Vargas el 25 de julio y luego el 7 de agosto de 1.819, Bolívar en la Batalla de Boyacá rompe el dolor de las pesadas cadenas que nos sometían.

Precisamente, todo pueblo subyugado, a medida que va recibiendo nuevas perspectivas de influencia cultural en sus diferentes órdenes, va despertándose con nuevos ideales de liberación, ya que una juventud receptora e inquieta, busca cambios de sistemas, y más cuando esa juventud no goza de derechos ni de justicia, que son los pilares sustantivos, para que una sociedad pueda respirar tranquila y escoger su propio destino.

Eso fue lo que le sucedió a un joven caballero de la independencia conocido como José María Carbonell, de quien se puede decir con seguridad histórica, que fue la pieza motor que le dio vida y espíritu de rebeldía a este acto disfrazado de independencia, en el pensamiento de un Camilo Torres, de Acevedo y Gómez, de José Miguel Pey, etc. que sólo aspiraron, sea por temor o por incapacidad de administrar la cosa pública, en permitir que el Virrey Amar y Borbón encabezara el acta de independencia en la Junta de Gobierno elaborada esa noche del 20 del julio y principio de el amanecer de el día siguiente, por ser contradictorio sí se trataba de un acta de independencia, el Virrey Amar y Borbón no podía formar parte de esa acta como presidente y, menos firmarla.

Por lo tanto nuestro grito de independencia sólo estuvo en la garganta de un hombre conocido como José María Carbonell quien pedía cabildo abierto y gritaba “Independencia” “Independencia”, pero su voz se quedó en el eco de los tiempos y hasta casi no se recuerda a este líder varonil que sintió en su sangre la emoción de la libertad, esa emoción que es propia de los hombres que tienen una personalidad robusta para hacerle frente a las adversidades con la hidalguía del valor, para pedir justicia y libertad.

José María Carbonell (1778-1816), fue miembro de la Expedición Botánica. Pasado el 20 de julio se afilió al centralismo y se convirtió en el personaje sobresaliente de ese partido hasta el punto de pisotear la gaceta de los federalistas, escena que dio origen a la denominación de “carracos” y “pateadores” con que fueron conocidos aquellos partidos. Murió fusilado por orden de Morillo.

En todo caso mis queridos amigos, aunque el día 20 de julio de 1810 no hubo independencia sino un grito de independencia, ese grito se quedó en el espacio durante 9 años y da como resultado convertirse en una semilla que germinó una flor el día 25 de julio de 1819 en la Batalla del Pantano de Vargas, luego esa flor se trueca en un fruto, que fue la Batalla de Boyacá, ahí en ese puente se consolida la verdadera independencia de Colombia, o sea, le dimos un adiós definitivo a la imperancia española.

Manuel Palencia Caratt
Miembro de Número Academia de Historia del Cesar

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