En la sesión del comité de las Naciones Unidas sobre la eliminación de la discriminación racial, se plantearon los efectos de la militarización en Colombia, un país que lleva casi medio siglo de guerra interna, pero “con un vacío ante las polémicas bases”, dijo la líder indígena Wayúu Karmen Ramírez Boscán, dirigente de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
"Esta cuestión se debate con mucha profundidad a nivel nacional y por supuesto debería haberse tratado aquí, en este órgano de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)", dijo Ramírez Boscán, de la etnia Wayúu. El hecho de que no se esté hablando de ello se debe a que todos sabemos que "se viene una situación bastante delicada", indicó.
El acuerdo entre los dos países prevé el acceso a territorio colombiano para militares estadounidenses que operarán estaciones pequeñas, conocidas como centros operativos de avanzada (FOL, por sus siglas en inglés) o centros de seguridad cooperativa (CSL). Para la mujer colombiana, y en particular la mujer indígena, esto presagia un cambio en su actual situación y una dificultad mayor. "Pienso que directa o indirectamente esto genera violencia y por supuesto afecta de manera más inmediata a las mujeres de Colombia", dedujo Ramírez Boscán.
La dirigente indígena rememoró algunos casos que han sido estudiados con relación a jóvenes madres solteras "de padres que han estado en bases militares de Colombia. Fueron embarazadas por soldados extranjeros, no por colombianos”, aseguró Ramírez Boscán. En resumen, "creo que definitivamente la presencia de militares estadounidenses generará un cambio en el entorno local, donde estén emplazadas las bases", ratificó.
La dirigente indígena criticó que cuando se habla de los efectos de la nueva tirantez entre Colombia y Venezuela sólo se refieren a la crisis de los sectores económicos dominantes, como los fabricantes de automóviles, los industriales textiles y los exportadores de carne, por ejemplo. "Pero nadie habla de la problemática de las comunidades indígenas que viven en las fronteras, que generalmente, como en el caso colombo-venezolano, reciben la mayor parte de su alimentación o de su abastecimiento en víveres, en vestido y aun en salud, desde Venezuela", aseveró Karmen Ramírez.
La dirigente indígena valoró que en la cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), en Bariloche, sur de Argentina, se examine la reacción de América Latina ante la concesión de Colombia a Estados Unidos. "Es importante que se haya llamado a cuentas al estado colombiano por parte de otros países, porque realmente no sabemos cuáles son las intenciones del gobierno", insistió.
"Esta cuestión se debate con mucha profundidad a nivel nacional y por supuesto debería haberse tratado aquí, en este órgano de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)", dijo Ramírez Boscán, de la etnia Wayúu. El hecho de que no se esté hablando de ello se debe a que todos sabemos que "se viene una situación bastante delicada", indicó.
El acuerdo entre los dos países prevé el acceso a territorio colombiano para militares estadounidenses que operarán estaciones pequeñas, conocidas como centros operativos de avanzada (FOL, por sus siglas en inglés) o centros de seguridad cooperativa (CSL). Para la mujer colombiana, y en particular la mujer indígena, esto presagia un cambio en su actual situación y una dificultad mayor. "Pienso que directa o indirectamente esto genera violencia y por supuesto afecta de manera más inmediata a las mujeres de Colombia", dedujo Ramírez Boscán.
La dirigente indígena rememoró algunos casos que han sido estudiados con relación a jóvenes madres solteras "de padres que han estado en bases militares de Colombia. Fueron embarazadas por soldados extranjeros, no por colombianos”, aseguró Ramírez Boscán. En resumen, "creo que definitivamente la presencia de militares estadounidenses generará un cambio en el entorno local, donde estén emplazadas las bases", ratificó.
La dirigente indígena criticó que cuando se habla de los efectos de la nueva tirantez entre Colombia y Venezuela sólo se refieren a la crisis de los sectores económicos dominantes, como los fabricantes de automóviles, los industriales textiles y los exportadores de carne, por ejemplo. "Pero nadie habla de la problemática de las comunidades indígenas que viven en las fronteras, que generalmente, como en el caso colombo-venezolano, reciben la mayor parte de su alimentación o de su abastecimiento en víveres, en vestido y aun en salud, desde Venezuela", aseveró Karmen Ramírez.
La dirigente indígena valoró que en la cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), en Bariloche, sur de Argentina, se examine la reacción de América Latina ante la concesión de Colombia a Estados Unidos. "Es importante que se haya llamado a cuentas al estado colombiano por parte de otros países, porque realmente no sabemos cuáles son las intenciones del gobierno", insistió.
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