La voz de Mario Bunge suena sin quiebres en la línea telefónica. Escuchándolo, nadie diría que se encamina hacia su cumpleaños 91. Desde su despacho en la Universidad McGill, de Montreal, opinó sobre el posgrado en "medicinas complementarias" que avala la Universidad Nacional de Córdoba a través de la Facultad de Ciencias Médicas.
Filósofo
-¿Cómo ve la decisión de la UNC de dictar posgrados en homeopatía, medicina ayurveda, medicina tradicional china y acupuntura ?
-Creo que la Universidad de Córdoba tendría que ser coherente y a partir de esto revolucionar completamente toda la universidad. No limitarse a esto, sino que debería cambiar la Facultad de Química por la de Alquimia, la Facultad de Psicología por la de Parapsicología. Tendría que eliminar la Facultad de Ciencias o tal vez complementarla con una Facultad de Seudociencias, que incluya también la enseñanza de la magia y el ocultismo y las llamadas ciencias ocultas. Tendría, en una palabra, que proclamar la Contrarreforma y volver a la Edad Media de manera explícita. Eso sería más claro.
Ahora, ya no en cuanto a las autoridades de la universidad sino al movimiento estudiantil y de graduados: creo que tendrían que tomar cartas en el asunto. No es posible que permitan este asalto a la modernidad. Tendrían que recordar que uno de los objetivos de la Reforma Universitaria de 1918, que nació precisamente en Córdoba, fue modernizar la universidad. No lo lograron; sólo consiguieron reformar el gobierno de la universidad dando participación a los estudiantes y graduados. Pero, por lo menos, en el Manifiesto Liminar de la Reforma uno de los objetivos fue modernizar la universidad. Tendrían que recordar, después de tantos años, que ese tendría que ser un objetivo permanente de toda la gente progresista: reformar la universidad, no de cuando en cuando, sino de manera constante; ponerla al día con avances en las ciencias, la técnica y las humanidades.
Esto que pasa en Córdoba con la incorporación de estas enseñanzas seudocientíficas es un golpe bajo a las aspiraciones de la Ilustración, es como si volviera la Inquisición. Es tratar de arrojar todo lo conquistado desde la Revolución Científica de 1600. Es uno de los peores escándalos que está pasando en la República Argentina. No es nuevo, pero se añade al escándalo ya existente de las facultades de psicología sin psicólogos, donde lo que se enseña son los textos sagrados de Sigmund Freud y sus sucesores, en los que no hay experimentación ni contacto con las ciencias, sino psicología hablada, que no tiene nada que ver con el cerebro. Esto que hace la Universidad de Córdoba parece una iniciativa tomada por López Rega. ¿Están seguros de que López Rega no dejó testamento y gente habilitada para poner en práctica esta iniciativa?
-Usted dice que esto es como si una Facultad de Matemáticas enseñara la cábala...
-Exacto, eso es.
-...Pero, ¿por qué cree que estas prácticas siguen conquistando seguidores y expandiéndose?
-Porque es mucho más fácil macanear que buscar la verdad y ponerla en práctica. Además, es rentable. Una persona sin estudios puede aprender todo ese macaneo en pocos días y no necesita estudiar 20 años. Puede empezar a ganar dinero enseguida. La única motivación es comercial, no hay motivación intelectual. Esa superstición fue barrida entre 1600 y 1900. La única justificación es comercial.
-Quienes las sostienen, reclaman base científica, experimental, y dicen que son prácticas milenarias y que en otras universidades extranjeras son carreras de grado.
-No es cierto. No hay ninguna revista científica con artículos publicados sobre homeopatía. Hace 20 años, la revista Nature publicó un artículo proveniente del laboratorio del doctor Jacques Benveniste, de la Universidad de París, que sostenía que el agua "recordaba" la sustancia que se había diluido en ella al hacer los llamados remedios homeopáticos. La revista envió una delegación a París para tratar de replicar esos experimentos, integrada por el director de la revista, David Maddox; el investigador del Instituto de Salud de Washington, Walter Steward, y el famoso mago norteamericano James Randi. Fueron, replicaron y no encontraron absolutamente nada y luego publicaron su informe en Nature . Pocos años después, Benveniste fue obligado a renunciar a su cargo de profesor y se convirtió en empleado de la industria homeopática, que es muy poderosa porque no hace investigación sino que gasta en agua. Eso son los remedios homeopáticos: agua, nada más.
El argumento principal contra la homeopatía es científico y elemental. Esas diluciones enormes llegan a concentraciones de una molécula por kilómetro cúbico. Las chances de que una molécula dé con el órgano afectado es prácticamente nula. Hacen falta miles de millones de moléculas para que tenga algún efecto sobre el tejido vivo.
No existen laboratorios de experimentación homeopática. Lo que hay, en México, es una universidad homeopática que, contrariamente a las universidades, no tiene labor de experimentación, sólo cursos para enseñar esas diluciones y tratar a los pacientes. Pero lo peor no es que eso sea ineficaz; lo peor es que la gente aquejada de enfermedades auténticas, al no ir a la medicina científica se deja estar, tomando agua en lugar de servirse de medicamentos auténticos, y se muere. De modo que no es que la homeopatía sea inefectiva: es inoperante y ofensiva. A una persona con cáncer se le dice que tome té, yerbitas. De modo que las autoridades sanitarias tendrían que tomar cartas en el asunto. Se está engañando al público y poniendo en peligro la salud pública, además de retroceder siglos.
-En la medicina ayurveda existe una noción holística, basada en el equilibrio de cuerpo, mente y alma. ¿Cómo se incorpora desde una universidad un concepto como alma?
-Es una concepción anticuada del alma como ente inmaterial e inmortal. La psicología moderna no acepta esa concepción. La mente son procesos cerebrales. Hace 20 años, en la India subió al poder un partido fundamentalista y uno de sus primeros decretos consistió en introducir en la universidad doctorados en astrología y medicina ayurvédica, las dos juntas, porque la ayurvédica hace uso de la astrología para ver cuáles son los días faustos para tomar medicamentos y cuáles los infaustos. Por fortuna, el gobierno no duró mucho, ya que no sólo fue incompetente sino también corrupto. Fue otra tentativa de borrar la modernidad.
-Un argumento de quienes apoyan las pseudociencias es que la medicina alopática tampoco es garantía y no aborda integralmente al paciente.
-La medicina es científica y se pone a prueba de dos formas. Desde el laboratorio, in vitro, y desde las pruebas clínicas. Cuando en la medicina se aprueba un remedio, hay que decir cómo actúa, cuál es el mecanismo por el cual es eficiente, para que pueda pasar por el examen de la Administración Federal de Drogas en Estados Unidos, y en Canadá, también. Un medicamento debe aprobar dos exámenes: ¿es eficiente? Segundo: ¿es dañino? La prueba de que es eficiente no sólo es mostrar que alcanza la finalidad que se propone, sino mostrar cuál es el mecanismo. Eso no es fácil. Durante un siglo la gente tomó aspirinas para aliviar el dolor sin saber cuál era el mecanismo por el cual eso aliviaba. La medicina entonces era empírica.
-¿Cómo ve a la Universidad de Córdoba?
-Tengo dos imágenes. Una anterior a la fundación del Instituto de Matemática, Astronomía y Física (Imaf) en los años ’50 o ’60 (N. de la R: fue en 1.956). Era una universidad más bien anquilosada, precientífica. Los físicos solíamos reírnos. Me acuerdo que mi maestro, el doctor Guido Beck, un día le preguntó a un estudiante de ingeniería que venía de Córdoba, hasta dónde llegaron en la enseñanza de la física. “Hasta el imán”, fue la respuesta. No hubo científicos hasta hace 50 años.
A partir de entonces cambió enormemente, produjo una cantidad de gente muy valiosa. Recuerdo al doctor Alberto Aguayo, eminencia neurocientífica que actuó en Canadá por 40 años, y a varios otros. Allá enseñaron mis discípulos Andrés Kalnay y Enrique Gaviola, el primer astrofísico que hubo en Argentina. Hubo una reforma en serio por los años ’60 y pico, algo así. Pero ahora me doy con este baldazo de agua fría. El que pinta la tradicional universidad cordobesa en su juventud es Ernesto Garzón Valdés, egresado cordobés y profesor en la Universidad de Córdoba, que escapó del país en el ’76. En su novela autobiográfica El velo de la ilusión, muestra una universidad cordobesa anquilosada, en los años ’40 y ’50, en manos de una oligarquía de pocas familias, casi todas de apellidos Garzón y Valdés, que se distribuían las cátedras. Es una pintura muy descorazonadora que muestra el fracaso de la Reforma Universitaria, que fue un triunfo político pero una derrota académica.
-¿Cree que este episodio en Córdoba habla de cierto abandono de posiciones de la filosofía de la ciencia, de la disciplina que debería estar señalando estándares de “confiabilidad” del conocimiento?
-Sí, seguro. En Argentina no hubo más que tres teóricos de esta filosofía. Teófilo Isnardi, mi profesor de física teórica, y Carlos Prélat, profesor de física química en la UBA y en la Universidad Nacional del Sur, que tenían estándares porque sabían de lo que hablaban. Luego vine yo porque era simultáneamente profesor de física teórica y filosofía de la ciencia en la UBA, pero los que me sucedieron proclamaron las virtudes científicas del psicoanálisis, ahí se terminó todo.
-El cientifismo, como aspiración a conocer la realidad a través de la aplicación del método científico, ¿puede devenir en una forma sofisticada de fanatismo o en un dogma?
-No, el método científico es la única garantía contra el fanatismo y el dogmatismo. Exige la comprobación empírica y demostración lógica. No se acepta nada que no sea comprobado en principio. Se opone al dogmatismo y fanatismo, por eso es tan criticado desde la derecha y desde la izquierda. Así les resulta más fácil, porque entonces no haría falta estudiar ni acordarse. Es más fácil insultar a la ciencia que estudiarla. Me entristece tanto esto. Menos mal que de vez en cuando hay noticias buenas. Hace dos semanas me invitaron a visitar un instituto de neurología cognitiva en Buenos Aires, dirigido por Facundo Manes. Ese equipo hace psicología científica, experimental y biológica, y publica en revistas internacionales de alto nivel. Es la primera vez que pasa eso en Argentina con la psicología. En Córdoba ahora van a tener que… no sé… En todo caso espero que los estudiantes y graduados cordobeses reaccionen y hagan un movimiento, reuniones, asambleas públicas denunciando este ataque a la ciencia, a la razón, a la modernidad.
Quién es Mario Bunge
Se trata de una de las mayores figuras científicas e intelectuales nacidas en Argentina. Es mundialmente respetado como uno de los mayores filósofos de la ciencia, preocupado por la lógica y los problemas del conocimiento científico. Ganó el premio Príncipe de Asturias de Humanidades, es honoris causa de 15 universidades europeas y americanas y recibió cuatro títulos de profesor honorario. Escribió docenas de libros, entre ellos el monumental Tratado de filosofía básica, de ocho tomos escritos entre 1984 y 1989, que lo consagró definitivamente como filósofo y epistemólogo. Se fue de la Argentina en 1963 y desde 1966 es titular de la cátedra Frothingham de Lógica y Metafísica de la Universidad McGill, en Montreal, Canadá. Tiene 90 años, viene seguido al país y nunca rehúye las polémicas sobre temas de actualidad. Su obra y persona han sido motivo de numerosos libros y estudios.
Otras medicinas
Ayurveda. Es una milenaria práctica de la India. En sánscrito “ayur” significa duración de la vida, y “veda”, conocimiento. No está pensado sólo como una respuesta médica sino como una propuesta que cada persona puede aplicar a su vida diaria. Postula la búsqueda del equilibrio entre cuerpo, mente y alma. Usa remedios de origen natural. Su filosofía se basa en la teoría de los cinco elementos: agua, aire, éter, fuego y tierra.
Homeopatía. Es una práctica muy difundida y conocida en Argentina. Se la considera una medicina alternativa que se caracteriza por no usar medicamentos de laboratorio sino sustancias naturales diluidas en agua. Existe un consenso mayoritario de que no puede ser considerada una práctica con fundamento científico.
Medicina china. Conjunto de prácticas tradicionales milenarias, originadas en China. Está basada en la idea de la energía vital que recorrería el cuerpo de cada persona, llamada “chi”. De esa energía dependerían la vida espiritual, emocional y física de cada uno. A su vez, el chi es alterado por el el ying y el yang, las energías negativa y positiva respectivamente, que deben permanecer en equilibrio para que la persona no enferme. Entre sus técnicas, están la acupuntura (inserción y manipulación de agujas en el cuerpo), los masajes, las prácticas físicas y las terapias de hierbas.
Esto que pasa en Córdoba con la incorporación de estas enseñanzas seudocientíficas es un golpe bajo a las aspiraciones de la Ilustración, es como si volviera la InquisiciónMario Bunge
Filósofo
-¿Cómo ve la decisión de la UNC de dictar posgrados en homeopatía, medicina ayurveda, medicina tradicional china y acupuntura ?
-Creo que la Universidad de Córdoba tendría que ser coherente y a partir de esto revolucionar completamente toda la universidad. No limitarse a esto, sino que debería cambiar la Facultad de Química por la de Alquimia, la Facultad de Psicología por la de Parapsicología. Tendría que eliminar la Facultad de Ciencias o tal vez complementarla con una Facultad de Seudociencias, que incluya también la enseñanza de la magia y el ocultismo y las llamadas ciencias ocultas. Tendría, en una palabra, que proclamar la Contrarreforma y volver a la Edad Media de manera explícita. Eso sería más claro.
Ahora, ya no en cuanto a las autoridades de la universidad sino al movimiento estudiantil y de graduados: creo que tendrían que tomar cartas en el asunto. No es posible que permitan este asalto a la modernidad. Tendrían que recordar que uno de los objetivos de la Reforma Universitaria de 1918, que nació precisamente en Córdoba, fue modernizar la universidad. No lo lograron; sólo consiguieron reformar el gobierno de la universidad dando participación a los estudiantes y graduados. Pero, por lo menos, en el Manifiesto Liminar de la Reforma uno de los objetivos fue modernizar la universidad. Tendrían que recordar, después de tantos años, que ese tendría que ser un objetivo permanente de toda la gente progresista: reformar la universidad, no de cuando en cuando, sino de manera constante; ponerla al día con avances en las ciencias, la técnica y las humanidades.
Esto que pasa en Córdoba con la incorporación de estas enseñanzas seudocientíficas es un golpe bajo a las aspiraciones de la Ilustración, es como si volviera la Inquisición. Es tratar de arrojar todo lo conquistado desde la Revolución Científica de 1600. Es uno de los peores escándalos que está pasando en la República Argentina. No es nuevo, pero se añade al escándalo ya existente de las facultades de psicología sin psicólogos, donde lo que se enseña son los textos sagrados de Sigmund Freud y sus sucesores, en los que no hay experimentación ni contacto con las ciencias, sino psicología hablada, que no tiene nada que ver con el cerebro. Esto que hace la Universidad de Córdoba parece una iniciativa tomada por López Rega. ¿Están seguros de que López Rega no dejó testamento y gente habilitada para poner en práctica esta iniciativa?
-Usted dice que esto es como si una Facultad de Matemáticas enseñara la cábala...
-Exacto, eso es.
-...Pero, ¿por qué cree que estas prácticas siguen conquistando seguidores y expandiéndose?
-Porque es mucho más fácil macanear que buscar la verdad y ponerla en práctica. Además, es rentable. Una persona sin estudios puede aprender todo ese macaneo en pocos días y no necesita estudiar 20 años. Puede empezar a ganar dinero enseguida. La única motivación es comercial, no hay motivación intelectual. Esa superstición fue barrida entre 1600 y 1900. La única justificación es comercial.
-Quienes las sostienen, reclaman base científica, experimental, y dicen que son prácticas milenarias y que en otras universidades extranjeras son carreras de grado.
-No es cierto. No hay ninguna revista científica con artículos publicados sobre homeopatía. Hace 20 años, la revista Nature publicó un artículo proveniente del laboratorio del doctor Jacques Benveniste, de la Universidad de París, que sostenía que el agua "recordaba" la sustancia que se había diluido en ella al hacer los llamados remedios homeopáticos. La revista envió una delegación a París para tratar de replicar esos experimentos, integrada por el director de la revista, David Maddox; el investigador del Instituto de Salud de Washington, Walter Steward, y el famoso mago norteamericano James Randi. Fueron, replicaron y no encontraron absolutamente nada y luego publicaron su informe en Nature . Pocos años después, Benveniste fue obligado a renunciar a su cargo de profesor y se convirtió en empleado de la industria homeopática, que es muy poderosa porque no hace investigación sino que gasta en agua. Eso son los remedios homeopáticos: agua, nada más.
El argumento principal contra la homeopatía es científico y elemental. Esas diluciones enormes llegan a concentraciones de una molécula por kilómetro cúbico. Las chances de que una molécula dé con el órgano afectado es prácticamente nula. Hacen falta miles de millones de moléculas para que tenga algún efecto sobre el tejido vivo.
No existen laboratorios de experimentación homeopática. Lo que hay, en México, es una universidad homeopática que, contrariamente a las universidades, no tiene labor de experimentación, sólo cursos para enseñar esas diluciones y tratar a los pacientes. Pero lo peor no es que eso sea ineficaz; lo peor es que la gente aquejada de enfermedades auténticas, al no ir a la medicina científica se deja estar, tomando agua en lugar de servirse de medicamentos auténticos, y se muere. De modo que no es que la homeopatía sea inefectiva: es inoperante y ofensiva. A una persona con cáncer se le dice que tome té, yerbitas. De modo que las autoridades sanitarias tendrían que tomar cartas en el asunto. Se está engañando al público y poniendo en peligro la salud pública, además de retroceder siglos.
-En la medicina ayurveda existe una noción holística, basada en el equilibrio de cuerpo, mente y alma. ¿Cómo se incorpora desde una universidad un concepto como alma?
-Es una concepción anticuada del alma como ente inmaterial e inmortal. La psicología moderna no acepta esa concepción. La mente son procesos cerebrales. Hace 20 años, en la India subió al poder un partido fundamentalista y uno de sus primeros decretos consistió en introducir en la universidad doctorados en astrología y medicina ayurvédica, las dos juntas, porque la ayurvédica hace uso de la astrología para ver cuáles son los días faustos para tomar medicamentos y cuáles los infaustos. Por fortuna, el gobierno no duró mucho, ya que no sólo fue incompetente sino también corrupto. Fue otra tentativa de borrar la modernidad.
-Un argumento de quienes apoyan las pseudociencias es que la medicina alopática tampoco es garantía y no aborda integralmente al paciente.
-La medicina es científica y se pone a prueba de dos formas. Desde el laboratorio, in vitro, y desde las pruebas clínicas. Cuando en la medicina se aprueba un remedio, hay que decir cómo actúa, cuál es el mecanismo por el cual es eficiente, para que pueda pasar por el examen de la Administración Federal de Drogas en Estados Unidos, y en Canadá, también. Un medicamento debe aprobar dos exámenes: ¿es eficiente? Segundo: ¿es dañino? La prueba de que es eficiente no sólo es mostrar que alcanza la finalidad que se propone, sino mostrar cuál es el mecanismo. Eso no es fácil. Durante un siglo la gente tomó aspirinas para aliviar el dolor sin saber cuál era el mecanismo por el cual eso aliviaba. La medicina entonces era empírica.
-¿Cómo ve a la Universidad de Córdoba?
-Tengo dos imágenes. Una anterior a la fundación del Instituto de Matemática, Astronomía y Física (Imaf) en los años ’50 o ’60 (N. de la R: fue en 1.956). Era una universidad más bien anquilosada, precientífica. Los físicos solíamos reírnos. Me acuerdo que mi maestro, el doctor Guido Beck, un día le preguntó a un estudiante de ingeniería que venía de Córdoba, hasta dónde llegaron en la enseñanza de la física. “Hasta el imán”, fue la respuesta. No hubo científicos hasta hace 50 años.
A partir de entonces cambió enormemente, produjo una cantidad de gente muy valiosa. Recuerdo al doctor Alberto Aguayo, eminencia neurocientífica que actuó en Canadá por 40 años, y a varios otros. Allá enseñaron mis discípulos Andrés Kalnay y Enrique Gaviola, el primer astrofísico que hubo en Argentina. Hubo una reforma en serio por los años ’60 y pico, algo así. Pero ahora me doy con este baldazo de agua fría. El que pinta la tradicional universidad cordobesa en su juventud es Ernesto Garzón Valdés, egresado cordobés y profesor en la Universidad de Córdoba, que escapó del país en el ’76. En su novela autobiográfica El velo de la ilusión, muestra una universidad cordobesa anquilosada, en los años ’40 y ’50, en manos de una oligarquía de pocas familias, casi todas de apellidos Garzón y Valdés, que se distribuían las cátedras. Es una pintura muy descorazonadora que muestra el fracaso de la Reforma Universitaria, que fue un triunfo político pero una derrota académica.
-¿Cree que este episodio en Córdoba habla de cierto abandono de posiciones de la filosofía de la ciencia, de la disciplina que debería estar señalando estándares de “confiabilidad” del conocimiento?
-Sí, seguro. En Argentina no hubo más que tres teóricos de esta filosofía. Teófilo Isnardi, mi profesor de física teórica, y Carlos Prélat, profesor de física química en la UBA y en la Universidad Nacional del Sur, que tenían estándares porque sabían de lo que hablaban. Luego vine yo porque era simultáneamente profesor de física teórica y filosofía de la ciencia en la UBA, pero los que me sucedieron proclamaron las virtudes científicas del psicoanálisis, ahí se terminó todo.
-El cientifismo, como aspiración a conocer la realidad a través de la aplicación del método científico, ¿puede devenir en una forma sofisticada de fanatismo o en un dogma?
-No, el método científico es la única garantía contra el fanatismo y el dogmatismo. Exige la comprobación empírica y demostración lógica. No se acepta nada que no sea comprobado en principio. Se opone al dogmatismo y fanatismo, por eso es tan criticado desde la derecha y desde la izquierda. Así les resulta más fácil, porque entonces no haría falta estudiar ni acordarse. Es más fácil insultar a la ciencia que estudiarla. Me entristece tanto esto. Menos mal que de vez en cuando hay noticias buenas. Hace dos semanas me invitaron a visitar un instituto de neurología cognitiva en Buenos Aires, dirigido por Facundo Manes. Ese equipo hace psicología científica, experimental y biológica, y publica en revistas internacionales de alto nivel. Es la primera vez que pasa eso en Argentina con la psicología. En Córdoba ahora van a tener que… no sé… En todo caso espero que los estudiantes y graduados cordobeses reaccionen y hagan un movimiento, reuniones, asambleas públicas denunciando este ataque a la ciencia, a la razón, a la modernidad.
Quién es Mario Bunge
Se trata de una de las mayores figuras científicas e intelectuales nacidas en Argentina. Es mundialmente respetado como uno de los mayores filósofos de la ciencia, preocupado por la lógica y los problemas del conocimiento científico. Ganó el premio Príncipe de Asturias de Humanidades, es honoris causa de 15 universidades europeas y americanas y recibió cuatro títulos de profesor honorario. Escribió docenas de libros, entre ellos el monumental Tratado de filosofía básica, de ocho tomos escritos entre 1984 y 1989, que lo consagró definitivamente como filósofo y epistemólogo. Se fue de la Argentina en 1963 y desde 1966 es titular de la cátedra Frothingham de Lógica y Metafísica de la Universidad McGill, en Montreal, Canadá. Tiene 90 años, viene seguido al país y nunca rehúye las polémicas sobre temas de actualidad. Su obra y persona han sido motivo de numerosos libros y estudios.
Otras medicinas
Ayurveda. Es una milenaria práctica de la India. En sánscrito “ayur” significa duración de la vida, y “veda”, conocimiento. No está pensado sólo como una respuesta médica sino como una propuesta que cada persona puede aplicar a su vida diaria. Postula la búsqueda del equilibrio entre cuerpo, mente y alma. Usa remedios de origen natural. Su filosofía se basa en la teoría de los cinco elementos: agua, aire, éter, fuego y tierra.
Homeopatía. Es una práctica muy difundida y conocida en Argentina. Se la considera una medicina alternativa que se caracteriza por no usar medicamentos de laboratorio sino sustancias naturales diluidas en agua. Existe un consenso mayoritario de que no puede ser considerada una práctica con fundamento científico.
Medicina china. Conjunto de prácticas tradicionales milenarias, originadas en China. Está basada en la idea de la energía vital que recorrería el cuerpo de cada persona, llamada “chi”. De esa energía dependerían la vida espiritual, emocional y física de cada uno. A su vez, el chi es alterado por el el ying y el yang, las energías negativa y positiva respectivamente, que deben permanecer en equilibrio para que la persona no enferme. Entre sus técnicas, están la acupuntura (inserción y manipulación de agujas en el cuerpo), los masajes, las prácticas físicas y las terapias de hierbas.
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