[ 12/11/2009] [ ] [ Autor: Michael Moore]
Carta Abierta de Michael Moore al Presidente Obama: ´no se convierta en Presidente de guerra.´
Estimado presidente Obama:
¿De veras quiere Usted ser el nuevo “presidente de guerra”? Si va a West Point mañana en la noche (martes, 8 pm) y anuncia que lejos de retirar, aumentará las tropas en Afganistán, entonces será el nuevo presidente de guerra. Así de simple. Y así hará lo peor que Usted puede hacer –destruir los sueños y esperanzas que muchos millones de personas han depositado en su persona–.
Con el discurso de mañana podría convertir a una multitud de jóvenes que fueron los pilares de su campaña en cínicos desilusionados. Les enseñará que es cierto todo lo que han escuchado siempre –todos los políticos son iguales–. Sinceramente, yo no puedo creer que esté a punto de hacer lo que dicen que hará. Por favor, diga que no es cierto.
Su trabajo no es hacer lo que los generales le orienten. Somos un gobierno civilizado. NOSOTROS le decimos al Estado Mayor qué hacer, no al revés. Según el general Washington, así es como debe ser.
Por tanto, ahora se siente acorralado en una esquina. Hace 30 años, en el Día de Acción de Gracias, los generales soviéticos tuvieron una genial idea –“Vamos a invadir a Afganistán”–. Bueno, esto resultó ser el último clavo en el ataúd de la URSS.
Existe una razón por la que ellos no llaman a Afganistán el “Estado Jardín” (aunque probablemente deberían, al ver cómo el corrupto presidente Karzai, a quien apoyamos, tiene un hermano en el tráfico de heroína). Afganistán es conocido como el “Cementerio de los Imperios”. Si no lo cree, llame a los británicos. Le diría que llamara a Genghis Khan pero perdí su número.
Por cierto, tengo el número de Gorbachov. Es +41 22 789 1662 . Estoy seguro de que él podría darle una reprimenda por el error histórico que está a punto de cometer.
Con nuestro colapso económico en pleno apogeo y nuestros preciados jóvenes siendo sacrificados sobre el altar de la arrogancia y la codicia, la ruptura de esta gran civilización que llamamos América nos conducirá aceleradamente al olvido si Usted se convierte en el presidente de guerra. Los imperios nunca piensan que el fin está cerca, hasta que lo tienen delante. Ellos piensan que una mayor maldad obligaría a los paganos a actuar según las normas –y eso nunca funciona–.
Elija con cuidado, presidente Obama. Usted sabe que no tiene que ser así. Aún restan unas horas para que escuche a su corazón. Es pensar con claridad. Usted sabe que nada bueno resultará de enviar más tropas al otro lado del mundo, a un lugar que ni ellos ni Usted entienden, en un país que no nos quiere allí. Usted puede sentirlo en sus huesos.
Yo sé que Usted sabe que quedan ¡MENOS de un centenar de miembros de Al-Qaeda en Afganistán! ¿Cientos de miles de tropas para aplastar a unos cientos de chicos que viven en cuevas? ¿Es en serio? ¿Cree en las mentiras de Bush? Me niego a creerlo.
Su potencial decisión de expandir la guerra (si dice que puede hacerlo también puede “terminar esa guerra”) va a hacer más para establecer su legado para siempre en piedra que cualquiera de las cosas que haya dicho o hecho en su primer año. Una piedra más que Usted lance por los Republicanos, y la coalición de la esperanza y la desesperanza podría desaparecer, y esta nación estaría nuevamente en manos de los que odian más rápido de lo que Usted pudiera gritar “bolsita de té”.
Elija con cuidado, Sr. Presidente. Sus patrocinadores corporativos lo abandonarán tan pronto como concluya su mandato y la nación volverá a estar en las seguras manos de los mismos idiotas que cumplen órdenes. Eso puede ser el miércoles en la mañana.
El pueblo aún lo quiere. El pueblo aún tiene un rayo de esperanza. Pero el pueblo no va a aguantar más. No podemos hacernos responsables de su derrumbe, una y otra vez, cuando lo elegimos por un amplio margen para hacer el trabajo bien hecho. ¿Qué parte de victoria arrolladora es la que no entiende?
Estimado presidente Obama:
¿De veras quiere Usted ser el nuevo “presidente de guerra”? Si va a West Point mañana en la noche (martes, 8 pm) y anuncia que lejos de retirar, aumentará las tropas en Afganistán, entonces será el nuevo presidente de guerra. Así de simple. Y así hará lo peor que Usted puede hacer –destruir los sueños y esperanzas que muchos millones de personas han depositado en su persona–.
Con el discurso de mañana podría convertir a una multitud de jóvenes que fueron los pilares de su campaña en cínicos desilusionados. Les enseñará que es cierto todo lo que han escuchado siempre –todos los políticos son iguales–. Sinceramente, yo no puedo creer que esté a punto de hacer lo que dicen que hará. Por favor, diga que no es cierto.
Su trabajo no es hacer lo que los generales le orienten. Somos un gobierno civilizado. NOSOTROS le decimos al Estado Mayor qué hacer, no al revés. Según el general Washington, así es como debe ser.
Por tanto, ahora se siente acorralado en una esquina. Hace 30 años, en el Día de Acción de Gracias, los generales soviéticos tuvieron una genial idea –“Vamos a invadir a Afganistán”–. Bueno, esto resultó ser el último clavo en el ataúd de la URSS.
Existe una razón por la que ellos no llaman a Afganistán el “Estado Jardín” (aunque probablemente deberían, al ver cómo el corrupto presidente Karzai, a quien apoyamos, tiene un hermano en el tráfico de heroína). Afganistán es conocido como el “Cementerio de los Imperios”. Si no lo cree, llame a los británicos. Le diría que llamara a Genghis Khan pero perdí su número.
Por cierto, tengo el número de Gorbachov. Es +41 22 789 1662 . Estoy seguro de que él podría darle una reprimenda por el error histórico que está a punto de cometer.
Con nuestro colapso económico en pleno apogeo y nuestros preciados jóvenes siendo sacrificados sobre el altar de la arrogancia y la codicia, la ruptura de esta gran civilización que llamamos América nos conducirá aceleradamente al olvido si Usted se convierte en el presidente de guerra. Los imperios nunca piensan que el fin está cerca, hasta que lo tienen delante. Ellos piensan que una mayor maldad obligaría a los paganos a actuar según las normas –y eso nunca funciona–.
Elija con cuidado, presidente Obama. Usted sabe que no tiene que ser así. Aún restan unas horas para que escuche a su corazón. Es pensar con claridad. Usted sabe que nada bueno resultará de enviar más tropas al otro lado del mundo, a un lugar que ni ellos ni Usted entienden, en un país que no nos quiere allí. Usted puede sentirlo en sus huesos.
Yo sé que Usted sabe que quedan ¡MENOS de un centenar de miembros de Al-Qaeda en Afganistán! ¿Cientos de miles de tropas para aplastar a unos cientos de chicos que viven en cuevas? ¿Es en serio? ¿Cree en las mentiras de Bush? Me niego a creerlo.
Su potencial decisión de expandir la guerra (si dice que puede hacerlo también puede “terminar esa guerra”) va a hacer más para establecer su legado para siempre en piedra que cualquiera de las cosas que haya dicho o hecho en su primer año. Una piedra más que Usted lance por los Republicanos, y la coalición de la esperanza y la desesperanza podría desaparecer, y esta nación estaría nuevamente en manos de los que odian más rápido de lo que Usted pudiera gritar “bolsita de té”.
Elija con cuidado, Sr. Presidente. Sus patrocinadores corporativos lo abandonarán tan pronto como concluya su mandato y la nación volverá a estar en las seguras manos de los mismos idiotas que cumplen órdenes. Eso puede ser el miércoles en la mañana.
El pueblo aún lo quiere. El pueblo aún tiene un rayo de esperanza. Pero el pueblo no va a aguantar más. No podemos hacernos responsables de su derrumbe, una y otra vez, cuando lo elegimos por un amplio margen para hacer el trabajo bien hecho. ¿Qué parte de victoria arrolladora es la que no entiende?
No se deje engañar al pensar que el envío de más tropas a Afganistán hará la diferencia, o le ayudará a alcanzar el respeto de los que odian. Ellos no pararán hasta que este país esté hecho pedazos y cada dólar les sea sustraído a los pobres o aquellos que pronto lo serán. Usted podría enviar millones de soldados allá y la desenfrenada Derecha seguiría inconforme. Usted sería inclusive víctima de su incesante veneno presente en la radio y la televisión porque no importa lo que haga, no puede cambiar la única cosa sobre su persona que los envía al borde.
Los que odian no fueron quienes lo eligieron, y no podrá conquistarlos por el hecho de abandonarnos.
Presidente Obama, es tiempo de regresar a casa. Pregúnteles a sus vecinos en Chicago y a los padres de los jóvenes que combaten y mueren si desean más miles de millones de dólares y más tropas destinadas a Afganistán. ¿Qué cree que van a decir? “No, no necesitamos atenciones de salud, no necesitamos trabajo, no necesitamos hogares. Siga adelante, Sr. Presidente, y envíe nuestras riquezas y nuestros hijos e hijas al extranjero, no los necesitamos tampoco.”
¿Qué haría Martin Luther King Jr.? ¿Qué haría su abuela? No enviar más pobres a asesinar otros pobres que no representan ninguna amenaza, eso es lo que harían. No gastar miles de millones de dólares para sufragar guerras cuando hay niños durmiendo en las calles y en las colas para el pan.
Todos los que votamos y rezamos por usted y lloramos por la noche su victoria hemos soportado un infierno de ocho años de crímenes cometidos en nuestro nombre: torturas, capitulación, suspensión de los derechos, invasión a naciones que no nos han atacado, desaparición de vecindarios donde Saddam “supuestamente” estaba (pero nunca estuvo), y masacres en bodas afganas. Observamos cómo cientos de miles de civiles iraquíes fueron masacrados y decenas de miles de nuestros valientes soldados han sido asesinados, mutilados, o han sufrido angustia mental, un terror que apenas se conoce.
Cuando lo elegimos no esperábamos milagros. Ni siquiera esperábamos muchos cambios. Pero esperábamos algunos. Pensamos que iba a detener la locura, la matanza. Detener la irracional idea de que hombres con armas pueden reorganizar una nación que jamás ha funcionado como nación.
¡Deténgase! Por el bien de la vida de los jóvenes estadounidenses y los civiles afganos. ¡Deténgase! Por el bien de su presidencia, esperanza, y el futuro de nuestra nación. Por el amor de Dios, por favor, ¡deténgase!
Esta noche aún tendremos esperanzas Eso fue lo que el presidente Truman le ordenó al general MacArthur cuando éste quiso invadir China: “¡Está despedido!” dijo Truman. Y Usted debería haber despedido al general McChrystal cuando éste se dirigió a la prensa para decir lo que USTED debía hacer. Permítame ser claro: Amamos a nuestros hijos en las fuerzas armadas, pero odiamos a estos generales, desde Westmoreland en Vietnam hasta... el mismísimo Colin Powell por mentir a la ONU con sus elaborados dibujos de armas de destrucción masiva (desde entonces ha buscado la redención).
Mañana ya veremos. La pelota está en su campo. Usted NO tiene que hacer esto. Puede actuar con coraje. Puede ser el hijo de su madre.
Contamos con Usted.
Suyo,
Michael Moore.
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