Implicaciones de la tormenta financiera

ESPUMA DE LOS ACONTECIMIENTOS

Implicaciones de la tormenta financiera

Abdón Espinosa Valderrama. Columnista de EL TIEMPO.

La crisis en el mercado estadounidense de la vivienda va arrojando chorros de luz sobre sus incomprensibles anomalías, generando contracción global del crédito, provocando la estampida de las inversiones financieras hacia valores más seguros (tales los bonos del tesoro de Estados Unidos) y, por esta misma causa, revaluando paradójicamente el dólar no obstante haberse originado el problema en su área.

Para The Economist, este toque de alerta llega demasiado tarde para salvar dicho mercado de su frenesí y subsiguiente reventón. Pero puede haber ocurrido a tiempo para detener el auge viciado antes de que se saliera de control, cuando la economía mundial es suficientemente fuerte para paliar sus consecuencias. Más aún, el apretón crediticio se habría precipitado, a su juicio, en momentos en que los mercados lo necesitaban. Sin que por ello quepa ignorar las repercusiones sobre la capacidad y la voluntad de gasto del consumidor norteamericano, ni el eventual desaliento en la poderosa economía de esa nación.

Trabajo cuesta entender cómo se gestó el fenomenal enredo en medio del esplendor de los mayores avances científicos y tecnológicos. Los créditos hipotecarios se concedieron a la ligera, permitiendo incluso que se obtuviera otro préstamo para pagar la cuota inicial de la vivienda y estableciendo las demás en niveles que escasamente cubrían los intereses. Siendo variables, en cuanto subieron y se cerró la posibilidad de aumentar el valor de los préstamos o de obtener uno colateral, sobrevino la insolvencia.

Con el agravante de que con base en estas hipotecas temerarias se expedían bonos o títulos, nacional e internacionalmente negociables, expuestos por su naturaleza a las mismas contingencias de la operación u obligación original. Aunque a la postre la suerte hubiera sido también de ruina, el desordenado y aventurado mecanismo estadounidense en nada se parecía a la estructura técnica de las Upac en Colombia, víctimas inmerecidas del manejo disparatado de las tasas de interés. Por su ámbito natural no son comparables. Adviértase que las de alto riesgo constituidas en Estados Unidos alcanzaron el monto de más de un billón (millón de millones) de dólares y que sus títulos se vendieron en los principales centros financieros del mundo.

Razón por la cual las manifestaciones de crisis comprometieron a los mercados de las demás potencias financieras y obligaron a sus bancos centrales a inyectar cuantiosos recursos para contrarrestarlas. Mucho se ha aprendido desde el crac del 29. En lo tocante a responsabilidades, The Wall Street Journal afirma que "fueron los prestamistas los que emitieron estas hipotecas indulgentes y fueron los banqueros de Wall Street los que los reestructuraron como valores financieros". Pero fueron las decisivas calificadoras de riesgo las que incurrieron en el magno error de cohonestarlos, autorizarlos y alcahuetearlos, al menos en el curso de seis años.

El descubrimiento del codicioso e intrépido tejemaneje financiero y de la factibilidad de hacerse a dinero barato en los mercados internacionales explica en buena parte las operaciones especulativas que venían revaluando el peso colombiano y otras monedas de países emergentes. La saludable depreciación actual frente al dólar se enmarca en el disturbio financiero mundial, empieza a corregir el daño anterior y tiende a nivelar las condiciones de las exportaciones desfavorecidas con las de las importaciones privilegiadas, de donde provenía el crecimiento inquietante del déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos.

A modo de contrapartida, costará más el servicio de la deuda conforme se tenía previsto y la desaceleración de la economía norteamericana podría afectar las exportaciones con ese destino. Asimismo, se encarecerá el crédito externo, hasta donde las actuales circunstancias permiten preverlo. Dentro de la actual volatilidad, no es fácil adivinar la plenitud de las implicaciones, pero al menos sabemos que el dolor de cabeza de la revaluación del peso comienza a ceder.

Abdón Espinosa Valderrama

1 comentarios:

joshua dijo...

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