CESAR: SOCIEDAD CIVIL, UN PASO AL FRENTE
Salud Hernández-Mora. Columnista de EL TIEMPO.
"Difícil cuando uno siente el frío de la muerte en la espalda a cada rato", decía Carlos Oñate al recordar los siete meses de presiones que recibió de "esos tipos" para que retirara su candidatura a la rectoría de la Universidad Popular del Cesar y, agrego yo, dejara pasar al actual rector. Fue el terrible comandante '39' el encargado de amedrentar en Villa Germania a aspirantes y votantes en aquella elección, porque los hombres de 'Jorge 40' querían controlarlo todo, y la Universidad tiene mucha baratija que repartir.
El mismo frío sienten hoy día altos cargos y candidatos que vencieron en las elecciones pasadas.
En La Mesa -otrora feudo de '39', mano derecha de 'Jorge 40' hasta que lo asesinaron-, los matarifes que tomaron el relevo de las Auc los están llamando para exigirles una cuota.
Aquellos que temen perder la propia vida o la de sus familiares, quienes no soportan la presión, llegan hasta el corregimiento cercano a Valledupar a cumplirles la cita a los representantes de 'Los mellizos', los nuevos amos. A los secretarios de despacho salientes les exigen 20 millones de pesos y también mandaron boleta a gerentes de empresas y entidades públicas.
El gobernador actual y varios de los extorsionados no han querido acudir a la reunión, pero el riesgo que corren es demasiado alto. Esta vez no son solo ellos los amenazados, sino también sus familias. Y hoy piden veinte millones, pero mañana serán mil, y luego puestos y más tarde vacunas y después asesinan y desaparecen, siembran el terror y pudren la sociedad y la política con el peso de sus armas y el poder de su riqueza.
Por eso, si no queremos que los grupos criminales controlen nuestras vidas, impongan su mando sanguinario, tendremos que dar un paso al frente como sociedad para encararlos. Acabar con ellos no lo conseguirá el Gobierno con los nuevos juguetes bélicos que tendrán las Fuerzas Militares el año próximo en la inversión más grande de su historia; la mayor y la más inútil. Porque de nada sirven las bombas contra ese tipo de bandas de delincuentes que socavan la democracia y que ahora se han bautizado en todo el país como 'Las águilas negras', nombre común para confundirnos, puesto que no pertenecen a la misma estructura ni tienen mando unificado.
¿Qué hacer contra ese tipo de chantaje? Lo primero es unirnos contra los asesinos, denunciar la extorsión públicamente y dejar de una maldita vez de justificar los crímenes. Circula estos días por Valledupar una lista con una veintena de ciudadanos que un nuevo grupo de autodefensas amenaza con matar si no les devuelven una plata, porque los acusan de ser sus testaferros. La mayoría que aparece en el pasquín es gente decente, aunque hay alguno que no lo es, pero eso, en ningún caso, en ninguno, justifica a los matones.
Como la sociedad vallenata y la colombiana en general han sido tan insolidarias con las víctimas y tan alcahuetas de los hampones, capaces son ahora de señalar a los señalados y disculpar cualquier acción criminal.
Todos merecen que los protejamos porque a los delincuentes de cuello blanco no se los detiene con balas sino con la ley en la mano, así en Valledupar y otras ciudades esté la Justicia, a veces, aliada con ellos.
Y deberíamos marchar juntos hacia La Mesa para gritarles a esos canallas que esta vez no nos vamos a dejar, que no los aceptamos en nuestra cuadra larga, que no aplaudiremos su supuesta lucha antisubversiva, que no nos deslumbrará su plata robada, que no callaremos ante sus atropellos, que rodearemos a sus víctimas, que no permitiremos que saqueen las arcas públicas, que exigiremos protección al Estado, que no voltearemos la cara.
Establezcamos una frontera: matarifes y cómplices de un lado; sociedad hastiada de los violentos, de otro. No vivamos más nunca el horror que padecieron miles de cesarenses, de colombianos. Por dignidad, por solidaridad, demos el paso al frente.
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