Aurelio Suárez Montoya, La Tarde, Pereira, diciembre 4 de 2007
En Colombia campea la corrupción. La gente califica la podredumbre de su ámbito local como la peor del país y ubica en los procesos de privatización de los activos públicos una de sus fuentes primeras. En las regiones se conformaron verdaderas pandas que, validas del control político en muchos casos comprado con oscuras financiaciones, han saqueado la riqueza de la ciudadanía. Las comunicaciones, el agua, el suelo urbano, el transporte, la energía, el alumbrado, el recaudo de impuestos, son filones donde la apropiación privada enriquece a unas minorías a costa de los hogares. Pereira, donde el grupo “privatizador” ha campeado, es “botón de muestra” para ilustrar este modelo, el cual por sus secuelas debe ser enterrado.
El punto inicial en la Perla del Otún fue la división de las Empresas Públicas, cuando el alcalde era el actual, Juan Manuel Arango. A pesar de que en 1995 habían arrojado utilidades, el nivel de endeudamiento era manejable y las tarifas las más bajas del país, nada valió y se escindieron para dar rienda suelta a los negociados. La primera almoneda fue la del sistema de comunicaciones trunking, entregado al comprador por menos de medio millón de dólares con respecto al avalúo inicial.
Más de cien mil millones de pesos de la posterior venta de la Telefónica fueron malgastados: las compras de predios, para la terminación de unas obras, ocasionaron no pocos escándalos y procesos jurídicos, múltiples contratos de poca monta con fines politiqueros fueron suscritos como lo denunció la Contraloría de entonces y cerca de diez mil millones se “perdieron” en entidades financieras fantasmas, como Avancemos y Rentacciones, sin que haya aún acción efectiva de recuperación. La Telefónica adquirió el carácter de empresa privada y, bajo esa condición, hace y deshace con la contratación como en la del “edificio inteligente” o en la de actividades especializadas que se otorgan a extrañas empresas; o en la “tercerización” de personal, que ha servido para estafas millonarias, como la cometida por la cooperativa SERVISERVICIOS; en turbias subcontrataciones que son el “pan de cada día”, hasta nepotismo, con el silencio connivente del “socio estratégico”, EPM. Hay un pacto burocrático de allá y de acá, un “do ut des”, todo a cargo de las tarifas de los clientes.
En esta danza de desaguisados, los y las gerentes, los y las secretarios de Hacienda y los y las asesores se rotan los caballos del carrusel. Los mismos que además adjudicaron a ATESA, de la organización ETHUUS, ligada a políticos uribistas de Envigado, la concesión del aseo y que, como miembros de la junta directiva de la empresa oficial Multiservicios, aprobaron la entrega de la logística del recaudo de impuestos al Consorcio CISE. Por ello, la Procuraduría General abrió pliego de cargos en mayo de 2007 ya que “en sentido real y sustancial” se evadió el proceso licitatorio para “entregar a un particular unas actividades propias de la función pública”.
CISE igualmente está conectado con la firma ENELAR, a la cual se entregó por decenios la concesión del alumbrado, que cobró a los usuarios por 2 años el doble de las bombillas existentes , sin que todavía haya reembolsado lo sustraído pese a los fallos que sancionaron el ardid. ENELAR también abusó de la Empresa de Energía de Pereira (EEP), mediante una vil asociación para participar en la capitalización de ENERTOLIMA y ahora, como ponente en la truculenta subasta de la cual está siendo objeto la propia EEP, aspira a absorberla. Será un bazar peor que el de la Telefónica, ya que el adjudicatario, sin tener la mayoría accionaria, tomará el control y los dineros percibidos ingresarán a las arcas de una “PROMOTORA”, insólita criatura de un acto de filibusterismo del alcalde Arango donde se depositó todo el patrimonio municipal, lejos del control ciudadano y del Concejo. Un auténtico desafuero.
Estos disparates o como el que cedió una calle (¡!) a un Centro Comercial en Ciudad Victoria, parqueaderos del Municipio a una firma constructora particular o el Megabús a personas de origen desconocido en el transporte han tenido el “visto bueno” (¿cómplice?) de los gremios despojados ya de toda autoridad La electa administración municipal, presa de los Epulones de este banquete, que planea vender toda la Empresa de Energía, el resto de la Telefónica y no se sabe si el Acueducto, seguirá la senda torcida. Sólo una valiente oposición podrá rescatar de tales manos lo que subsiste de propiedad colectiva de los pereiranos para ponerla a su servicio; allí el Polo Democrático Alternativo tendrá la gran oportunidad para avanzar y ser modelo de lucha para otras regiones, donde sucede igual. ¡Es, de verdad, lo único que queda!
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