POBREZA, DESIGUALDAD Y “ALCALDÍAS SOCIALES”

Aurelio Suárez Montoya, La Tarde, Pereira, diciembre 11 de 2007

A partir del primero de enero de 2008 en los municipios y departamentos de Colombia comienza un nuevo periodo para alcaldes y gobernadores. El pasado debate electoral versó acerca del tipo de ciudades y regiones que la sociedad está reclamando. Si se profundiza en la aplicación del modelo neoliberal, o si se moderan sus dañinos efectos mediante la aplicación de ciertos paliativos, o si se reversa el neoliberalismo, desde sus políticas básicas, devolviendo a los ciudadanos los derechos universales que se han convertido en vulgar mercancía. Como dijo alguna publicación si se le retorna a la gente “el derecho a vivir en la ciudad”.

La fórmula, neoliberalismo + “lo social”, o también “economía con rostro humano”, alentada por los organismos multilaterales, se implantó en casi todas las latitudes. En Brasil, el programa “Hambre Cero”, en Argentina, “Empleo Primero”, en México, “OPORTUNIDADES”, en Chile, “Chile Solidario” y en Colombia la publicitada “Familias en Acción”. No obstante, pese a la insistencia en “lo social”, existe consenso que en América Latina el principal problema es la desigualdad. Un Informe de la CEPAL en 2004, sobre el cumplimiento de la Metas del Milenio, indica que “los resultados de los esfuerzos por reducir la pobreza realizados últimamente en América Latina y el Caribe han sido desalentadores, en gran medida porque no ha sido posible controlar los elevados niveles de desigualdad” y que, contrario a las teorías dominantes al respecto, “no hay evidencia de que económicamente el crecimiento y la reducción de la desigualdad se sustituyan...todo indica que los elevados niveles de desigualdad de la región son un obstáculo para el logro de un crecimiento más dinámico”.

El paradigma en “lo social” es Bogotá, donde se dice que entre 2003 y 2007 la inversión de este tipo ocupó el 75% del total. Si bien hay 637.000 niños que estudian gratis, falta otro tanto ya que deben cubrirse más de 1,2 millones, se entregan 672.332 apoyos nutricionales diarios pero la tasa de desnutrición crónica es de 14,4%, encima del promedio nacional, el 40% de los hogares no cubre sus necesidades de calorías y el 34% las suyas en proteínas. Hay 1´689.962 afiliados a la salud subsidiada pero permanecen más de 2 millones de personas sin vinculación en salud. Un millón camina a pié todos los días 4 kilómetros en promedio por carecer de ingresos para pagar el pasaje.

Esa crisis se agrava con la privatización de los servicios públicos y del transporte con su variable más perversa, TRANSMILENIO, que ha lucrado a un puñado de multinacionales y a un círculo plutocrático. Cerca del 52% de la fuerza laboral bogotana gana menos de un salario mínimo y medio mensual. Cuando a esta población se le descuenta el gasto diario de las tarifas de agua, aseo, energía, gas, teléfono y transporte, le queda en promedio entre 6.000 y 9.000 pesos para todos sus otros menesteres y, si son arrendatarios, la situación es dramática. Por eso se están suspendiendo al día 2.000 líneas telefónicas, 988 suscripciones de acueducto, 832 de energía y 410 de gas. Una verdadera hecatombe, esa sí, donde el ingreso general se traslada a los monopolios naturales que constituyen las empresas prestadoras.

El balance entre “lo social” y el neoliberalismo es cada vez más inconciliable. Medidas recientes tomadas en la Capital de la República, como el cobro de 2 billones en pesos reales, durante varios años, de valorización general mientras el impuesto de plusvalía al sector inmobiliario-constructor sumó una cifra ridícula; la absurda profundización de TRASNMILENIO en troncales como la Avenida El Dorado; la ratificación, con mayores ventajas y menos compromisos, de los contratos de los operadores privados del ACUEDUCTO, incluyendo a la multinacional Proactiva (Veolia Enviromental), y la renovación del contrato del manejo del relleno sanitario a esta misma empresa, que no ha cumplido sus compromisos; la laxitud concedida para la recolección del reciclaje a los cuatro consorcios del aseo, no sólo neutralizan las políticas asistenciales sino que éstas terminan subordinadas al modelo privatizador, a hacerlo viable, no se sabe hasta cuando...El debate seguirá en los próximos años, existe la ventaja que no es retórica, la realidad se impondrá, allá aquel que quiera ir en contravía así sea a nombre de cualquier vaguedad o de injustos propósitos electorales.

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