No hay peor sordo…
22/10/2009
Que el que no quiere escuchar. El gobierno nacional en cabeza del Ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, sigue empecinado en desatender lo que se ha convertido prácticamente en una súplica de los rectores de las Universidades Públicas y en un clamor de estudiantes y profesores que el último día de la aprobación del presupuesto en el Congreso se agolparon en la Plaza de Bolívar (más de 15 mil) con una sola consigna: la exigencia de una adecuada financiación para la educación superior que se debate en una crisis financiera de incalculables proporciones.
Es tan dramática la situación que el rector de la Universidad Nacional, el bioquímico Moisés Wasserman, dejando a un lado la timidez que lo caracteriza, –a tal punto que prefirió quedarse cinco horas en un carro blindado antes de aceptar debatir con los estudiantes-, lo dijo sin ambages en la prensa nacional: “Si no nos responden, el único recurso que nos queda es la Corte”.
Wasserman recuerda que en la ley está establecido que el Gobierno debe mantener la capacidad financiera de las universidades y que los recursos asignados no alcanzan siquiera a cubrir los gastos de funcionamiento. Aclaró además que de los 160 mil millones de pesos adicionales aprobados, 70 mil millones van dirigidos al Icetex y 30 mil millones a Colciencias.
La secretaria general de la Universidad, Ángela González, precisó que los recursos que van a Colciencias llegarán a la universidad pública por convocatoria, “proceso que exige más gastos a la institución porque contempla una contrapartida de las universidades”. González resaltó que el aumento, como lo estipuló el Gobierno, es un sofisma de distracción, teniendo en cuenta que 42 mil millones de pesos, que hacen parte del mismo paquete, pertenecen al dos por ciento de los descuentos que se venían haciendo en el Icfes, “lo cual indica que ese presupuesto ya está en las universidades”.
Tanta mezquindad del gobierno con el presupuesto de las universidades públicas, contrasta con la “generosidad” extrema a la que se llegó con los recursos que regaló a los ricos, a través del tristemente célebre programa de Agro Ingreso Seguro. Con lo que se despilfarró en un año (500 mil millones de pesos) se hubiese podido paliar en algo la situación deficitaria de las universidades. Pero lo más curioso del asunto es que están poniendo el grito en el cielo, las universidades públicas que podrían considerarse privilegiadas con relación al resto: Nacional, Antioquia y Valle. En las cifras de asignación per-cápita se encuentra que la Nacional recibe del gobierno central unos 10 millones de pesos por estudiante –irrisorio en comparación con lo que recibe por estudiante una universidad pública en los Estados Unidos que quintuplica ese valor-.
La pregunta obvia es, ¿Qué podrían decir las universidades de la provincia colombiana, cuando el ingreso promedio por estudiante que recibe de la nación no supera los 3.5 millones de pesos? Para ponerlo más extremo, nuestra universidad, la del Cesar en la presente vigencia sólo recibió 1.25 millones de pesos por alumno. Por eso, los estudiantes de Microbiología no aguantaron y se fueron a un cese de actividades exigiendo condiciones mínimas dignas para el proceso de enseñanza y aprendizaje en su programa y en los afines. La administración actual de la UPC, arañando aquí y allá, logró comprar materiales, reactivos y equipos que no durarán por mucho tiempo. Y el problema retoñará. Para romper ese círculo vicioso, se requiere de un presupuesto que consulte con las necesidades académicas reales de la UPC. Y en ese propósito es indispensable buscar aliados: padres de familia, comunidad universitaria, clase dirigente, autoridades gubernativas seccionales y locales, sectores empresariales y comerciales, organizaciones sindicales y comunales, medios de comunicación, todos unidos en torno al clamor regional de exigir una Educación Superior con calidad en el Cesar, sobre la base de asignarle un presupuesto adecuado para inversión y funcionamiento a la UPC. Desde luego, que eso no lo es todo, se necesitan otras cosas, pero esa, sería una buena manera de comenzar a nivelar las cargas.
Raúl Bermúdez Márquez
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