Foto: Alberto Mario Suárez / EL TIEMPO
La protesta que se llevó a cabo ayer estaba planeada para el martes en la mañana, pero fue cancelada porque por lo menos unos 7.000 labriegos no alcanzaron a llegar a tiempo.
Fueron 17.000 los campesinos que llegaron desde el martes hasta Neiva, para marchar ayer contra lo que consideran es el abandono del campo en el Huila.
Venían caminando con el sombrero puesto. Algunos traían el poncho sobre el hombro y otros no dejaron ni siquiera el machete.
Las arengas, los gritos y las pancartas parecían ir en algunos momentos más allá de los temas agrarios.
No estaban inconformes solo con los créditos que, a muchos de ellos, nunca les dio el programa Agro Ingreso Seguro (AIS), ni las dificultades que dicen les traería el TLC, sino que también se quejaron por las 'bases' norteamericanas y el referendo que podría darle un tercer mandato al presidente Álvaro Uribe Vélez.
Fueron una masa unida que detuvo el tráfico en algunas de las principales calles de la ciudad. Muchos, venían caminando desde el jueves pasado y llegaron el domingo. Otros, partieron el sábado a bordo de 'chivas' que recogieron a los labriegos en todos los rincones del departamento.
La protesta que se llevó a cabo ayer estaba planeada para el martes en la mañana, pero fue cancelada porque por lo menos unos 7.000 labriegos no alcanzaron a llegar a tiempo.
Los organizadores, denunciaron que en los distintos caminos, el ejército instaló retenes que hacían "requisas excesivas". Entre los campesinos estaban Elizabeth Burgos y Aníbal Rodríguez, una pareja de campesinos que lleva 26 años sembrando lulo y tomate de árbol en La Perla.
Su rancho fue dejado desde el sábado al cuidado de sus tres hijos y llegaron a la protesta para pedir que los créditos, que casi nunca les han dado, sean más flexibles. Los esposos están convencidos de que ganándose 360.000 pesos mensuales su situación no va a mejorar de a mucho en un futuro inmediato.
Y son conscientes de que con ese dinero apenas pueden vivir y sus hijos no podrán ir a un colegio en la cabecera municipal de Baraya y mucho menos realizar estudios universitarios.
Rodríguez, un hombre de bigote y sombrero que sostenía una pancarta con el nombre de su vereda, señaló que con esta ya completaba tres marchas en los últimos años y que nada había cambiado.
La última vez que solicitó un crédito fue hace 20 días, al Banco Agrario, y no se lo dieron. "Estamos en sequía y así todo se vuelve más difícil (...) para un crédito nos piden muchos requisitos, piden fiadores y hoy nadie le sirve de fiador a nadie", dijo Burgos, que aún no supera la indignación de saber que el gobierno sí le dio subsidios para riego a una reina de belleza.
Y que ellos, durante 26 años "sí hemos tenido que trabajar solo con las manos".
NEIVA
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