La economía política es el motor de la historia. Karl Marx definió sus leyes que aún perduran, así les pese a los recalcitrantes creyentes en la doctrina de “la mano invisible” de Adam Smith y a los obcecados y dogmáticos partidarios de las doctrinas del neoliberalismo, tan de moda hoy. El modelo socialista-comunista realmente existente en la URSS se derrumbó en 1990, a los 73 años de la revolución bolchevique de Lenin en 1917. Todo indica que el modelo económico financiero vigente en EE.UU y en casi todo el mundo se aproxima al derrumbe hoy, a comienzos del siglo XXI. (Es un modelo muy distinto del capitalismo original que producía mercancías y trabajo – y plusvalía. Y que no dependía exclusivamente de la especulación financiera). La economía política marxista explica muy bien los procesos históricos, los pasados y los presentes y ayuda a prever los futuros. Karl Marx en su obra Das Kapital, analizó las crisis recurrentes del capitalismo cuya máxima expresión se presentó en 1929 con el crash de la bolsa de Nueva York, que se extendió a todo el mundo, disminuyó con la política del Nuevo Trato (New Deal) del presidente F. D. Roosevelt y terminó con la Segunda Guerra Mundial.
Los más notables economistas colombianos (Eduardo Sarmiento Palacio, Aurelio Suárez Montoya, Jorge Enrique Robledo y Jorge Child), han escrito libros que refutan las tesis neoliberales vigentes. Hoy, a comienzos del siglo XXI, el mundo padece la mayor crisis mundial del capitalismo que amenaza las bases mismas del Imperio de las Grandes Finanzas. Ya en los últimos años del siglo XX los EE.UU habían impuesto en todo el mundo la desregulación económica del capitalismo financiero neoliberal y las políticas del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y el Consenso de Washington. Todas estas políticas tienen por objeto sostener sus gigantescos déficits fiscal y comercial y financiar sus guerras de agresión en busca de petróleo. Las advertencias de expertos economistas como Stiglitz y Krugman no fueron atendidas por el gobierno de EE.UU. El fundamentalismo neoliberal suprimió todo control del Estado sobre la economía y la banca. Vinieron los escándalos y quiebras de la Enron y World Com, los ataques del 11S a las Torres Gemelas del World Center de NY y al Pentágono en Washington, el colosal aumento del gasto militar por las “guerras preventivas de G.
W. Bush en Afganistán e Iraq, la baja de interés de las hipotecas de las viviendas a largo plazo, la quiebra de los bancos de inversión de EE.UU y, en fin, la crisis global de la economía mundial, la recesión y el desempleo, extendidos a todo el mundo. En Colombia la crisis se ha hecho sentir en la disminución del comercio con EE.U.U., Venezuela y Ecuador, en la enorme caída de la producción industrial y agrícola, en los indicadores estadísticos que muestran cifras crecientes de pobreza y miseria, de gente desarraigada de sus tierras y las predicciones muy justificadas de que el crecimiento de la economía se estancará en un 1% o crecerá 0%. Y el gobierno colombiano y los ciudadanos ocupados entretanto en el eterno asunto de la reelección del señor Presidente de la República.
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