La UPC reflejo de los males del país
22/11/2009Imelda Daza Cotes
La educación es ciertamente un instrumento estratégico para la promoción de los cambios que requiere la sociedad, sea para superar conflictos y problemas o para promover cambios y mejoras. Se debe educar para transformar la sociedad no para reproducir sus males ni para seguir igual.
Educar no es sólo sumar conocimientos ni acumular información cuya aplicación a veces se desconoce, es ante todo formar en valores y en dignidad que ayuden a hacer conciencia de los deberes y derechos ciudadanos y a asumir los retos que la sociedad plantea. Si bien la educación incide sobre los individuos y sobre la colectividad y a través del conocimiento formal impacta sobre el desarrollo económico y social de las naciones no siempre es garantía de mejoramiento. Una educación impartida en un ambiente, discriminador, excluyente, clasista, antidemocrático y violento sin que la misma Institución educativa cuestione seriamente esos males, será inevitablemente un fracaso. La masificación tampoco es garantía de mejoría porque muchas veces no hace más que reproducir los vicios y es muy posible que ni los individuos ni los países que promueven la educación se beneficien de ella. Si no hay reflexión ni cuestionamientos, ni debate, ni discusión amplia y abierta, es decir si no se educa en LIBERTAD se estarán formando ciudadanos que, ignorantes de las circunstancias políticas y sociales de su entorno e independientemente de la profesión escogida, serán incapaces de convertirse en agentes de cambio. Es decir la instrucción académica formal no es siempre garantía suficiente de desarrollo. De hecho la violencia y la corrupción en Colombia no son obra de iletrados.
Tampoco podemos esperar que la educación tenga poderes mágicos. Sus efectos dependerán tambien de la armonía entre sus planes y el medio al cual pretende incidir y transformar
La Universidad Popular del Cesar llega a sus 33 años de actividades. Las ejecutorias y el manejo de la UPC deberían ser preocupación de todos. Fui docente del ITUCE durante su breve existencia y de la UPC desde sus comienzos y por espacio de 11 años. Participé de la campaña que por su creación lideraran, entre muchos otros, los estudiantes de entonces, Miguel Arroyo, Luis Mendoza, Antonio Córdoba, Olegario Sánchez. “Por una verdadera educación para todos...por el desarrollo del Cesar...por el derecho de todos a la educación superior”, eran algunas de las consignas. Nunca imaginaron los ingenuos jóvenes que sobre ese sueño se edificaría años más tarde un ente burocrático al servicio de oscuros y perversos intereses.
A propósito de este aniversario resulta oportuno evaluar el desempeño de la UPC y preguntarse qué clase de universidad es, en qué sociedad actúa, cómo es su entorno, cómo y por qué los peores vicios del país(violencia, corrupción, impunidad) se han enquistado en ella para desvirtuar sus propósitos y destruirla, porque no otra cosa ocurre cuando suceden hechos como el que describe una noticia que dice que 8 profesores de la UPC fueron amenazados de muerte y conminados a dejar no solo la universidad sino la ciudad. Entre las víctimas de esta barbarie leo los nombres de varios de los que fueron mis más aventajados alumnos y me pregunto horrorizada cómo puede ser que esto ocurra y cómo es que este hecho aberrante no provoca la inmediata reacción ciudadana, ni convoca la solidaridad de todos. Cómo puede alguien creer que en semejante ambiente se pueden formar jóvenes más humanos y mejores ciudadanos.
De poco sirve que la UPC masifique sus programas e inscriba cada año más alumnos si sus fines han sido desvirtuados y sus profesores son asesinados como ya ocurrió con Miguel Àngel Vargas y Luis José Mendoza Manjarrés, dos hombres ejemplo de HONOR Y DIGNIDAD
dcim09@hotmail.com
Imelda Daza Cotes
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