Raúl Bermúdez Márquez
26/11/2009Se sabía que bajo su tutela el nuevo proyecto atacaría debilidades ancestrales del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. El doctor Restrepo, fue rector de la Universidad de Antioquia desde 1995 hasta el 2002 y durante su gestión se creó la Sede de Investigación Universitaria (SIU), modelo en su género y responsable de una producción investigativa que hoy es no sólo orgullo de Antioquia, sino también del país.
Y en efecto. La Ley 1286, como él mismo lo resalta en EL PILON, “tiene un profundo contenido social porque busca mayor productividad y más empleo, además eleva la categoría de Colciencias a un departamento administrativo del orden nacional, del mismo rango de Planeación, lo que le permitirá al director de ese ente participar en el Conpes, en el Consejo de Ministros y trazar una orientación política estratégica para el país, para que la Ciencia, la Tecnología y la innovación sean una política de Estado”.
Se amplía la base presupuestal de Colciencias y se le asignan recursos provenientes de las regalías. El propósito es que del exiguo 0.5% del PIB actual que se dedica a Investigación y Desarrollo (I+D) se llegue en el 2010 al 1%, para igualarnos con Chile y acercarnos a Brasil (1.2%). Uno quisiera tener el optimismo que irradió el Dr. Restrepo en Valledupar.
Desafortunadamente, en este país, cuando se trata de aspectos que apuntan al desarrollo social, entre el dicho y el hecho, la distancia se vuelve infinita. Basta con examinar la historia y se caerá en cuenta que desde el gobierno de Virgilio Barco ya el Fondo de Colciencias se encontraba muy cerca del DNP y esto no fue suficiente para asegurar su financiamiento.
La ley nació sin dientes desde el punto de vista presupuestal y lo preocupante es que en los últimos siete años la inversión del gobierno con relación al PIB en materia de Ciencia y Tecnología, no expresa una convicción y voluntad política del gobierno para actuar de conformidad. Y las cifras hablan. El país cuenta con una masa de investigadores muy reducida. De acuerdo con un estudio del año 2006, sólo el 0.45% de la población colombiana estaba dedicada a la investigación; para la misma fecha, de las hojas de vida registradas en CvLAC, apenas 33.887 personas se asocian con labores de investigación, y de éstas sólo el 9% cuenta con formación doctoral y el 28% con nivel de maestría. El 58% de los investigadores que conforman los grupos de investigación registrados son de categoría C, el 25% son de la categoría B y el 13% fueron clasificados en la categoría A.
Finalmente, muestra que los jóvenes investigadores, representan un modesto 4% de las personas registradas en la plataforma Scient. Realidades muy por debajo de países como Brasil, Chile, Argentina y México, para no hablar de Estados Unidos y Europa.
De otro lado, en Colombia las actividades de investigación se realizan principalmente en las universidades. El 89% de los investigadores colombianos son empleados por estas y tan sólo un 5% por las empresas gubernamentales, 4% por las empresas privadas, y un 2% por entidades sin ánimo de lucro, lo cual habla por sí solo del desprecio del sector empresarial por las actividades de (I+D). Ojalá este nuevo y bien intencionado intento de fortalecer el sistema de investigación no se convierta en otra quimera, y por el contrario, el país adopte un nuevo modelo productivo que, “apoyado en la investigación, le de valor agregado a los productos y servicios, creando de esta manera una nueva industria nacional de base tecnológica, para que haya un desarrollo productivo sostenible a largo plazo y un mejor empleo para los colombianos, un empleo con seguridad social", como lo expresó el doctor Restrepo Cuartas. Estoy cruzando los dedos para que sea verdad tanta belleza.
raubermar@yahoo.com
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