Vicios en la UPC

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07/04/2008

Puerca pollera no deja el vicio… asombra al ciudadano corriente el tipo de campaña política adelantada en la Universidad Popular del Cesar, UPC.

Sin duda, tal proceso eleccionario, a realizarse dentro de poco, ha revuelto el agua, como nunca. Se aprovecha la oportunidad para el desfogue, para hacer las denuncias que viven susurrándose, pero sólo en campaña política se tiene el valor de denunciarse de manera pública.

Más allá de la veracidad y mendacidad de las denuncias hechas, que por su gravedad habrá oportunidad para su investigación y registro noticioso, importa en esta nota la parafernalia que se ostenta en el debate político para ganar escaños en las diversas instancias de poder colegiado en la UPC.

Hay que decirlo de entrada. Estas campañas de hoy en día son atípicas de una universidad, justamente por ser universidad, muy distinta la institución al congreso de la república, a las asambleas departamentales o a los concejos municipales, verdaderos mercados persas.

Asombra, se reitera, los gastos inmensos, porque son inmensos, que cada aspirante, la mayoría al menos, está realizando para posicionar su nombre ante la comunidad en general, y no sólo ante los estamentos universitarios, que son en definitiva los votantes destinatarios de los mensajes proselitistas.

Las elecciones de ahora, y en eso se llama la atención, no distan mucho de las anteriores, que por su derroche se erigían en la envidia de los aspirantes a las corporaciones públicas de los entes territoriales.

En aquellas ocasiones la parafernalia era la usual en la politiquería, que entrañaba gastos desmedidos; ahora se va por el mismo camino, contratándose vallas, afiches, plegables, reuniones a tutiplén con adicionales incluidos, y seguramente como enantes, transporte, comida bebida, y música, para variar.

En principio, este tipo de jolgorio proselitista no habla bien de la universidad donde se practique, y además desnuda la catadura de los aspirantes, muy seguramente de tan bajos perfiles que se ven obligados a utilizar el atajo de este procedimiento non sanctos, propio de los politiqueros tradicionales, para ‘conquistar’ escaños en los diversos Consejos que conforman la red de poder de la UPC.

En la práctica, para qué engañarse, se está comprando una victoria electoral, no se está ganando por la vía del reconocimiento a una trayectoria de servicio, trabajo y honestidad, o a unos postulados o razonamientos en pro de la academia.

Sólo esos reconocimientos garantiza el futuro de la institución como tal, como academia, mereciéndose los honores, pues para los hombres/mujeres de honor tales triunfos comprometen más su vitalidad ética y programática; la elección misma ha de ser ejemplo de autoridad para los estamentos universitarios, para mejor asegurar una mediana gobernabilidad.

La sabiduría popular lo recoge: ‘Lo torcido, torcido muere’, y más en procesos politiqueros, soportados en la impudorosa reciprocidad de favores. Es cuestión de crematística política, que los favores tienen que pagarse sin reparar en el cómo.

EDITORIAL

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