RECALCA, Bogotá, julio 23 de 2008
Esto dijo Bush en la insólita celebración del 20 de julio que se hizo en la Casa Blanca, en una ceremonia que no se acostumbra hacer para ningún país extranjero. El acto ratificó la identidad ideológica entre Uribe y Bush y por enésima vez se llamó al Congreso estadounidense a ratificar el TLC con Colombia. El apoyo, a quien calificó como “nuestro buen amigo”, deja a Uribe nuevamente con el dudoso honor de ser el ¡único aliado incondicional que les queda a los republicanos en el mundo!
Los argumentos para seguir insistiendo en el TLC son cada vez más simplistas pero, al mismo tiempo, francos: que este tratado beneficia ampliamente a Estados Unidos.
En efecto, a pesar de que en Colombia los funcionarios gubernamentales continúan haciendo esfuerzos para convencer a incautos de que el TLC va a generar empleos y crecimiento, en EEUU los discursos oficiales insisten en que este Tratado “le daría mayor solidez a la economía” del Norte, y que “el hecho de que no hayamos aprobado el tratado de libre comercio está perjudicando a nuestras empresas que quieren vender sus productos en Colombia”, según lo afirmó el presidente Bush durante el acto. “La aprobación de este acuerdo ayudará a estas pequeñas empresas y medianas empresas a crecer y generar empleos altamente remunerados”, en Estados Unidos. Gracias al ATPDEA “hoy, casi todas las exportaciones de Colombia ingresan a Estados Unidos libres de impuestos (…) Ahora el Congreso debe crear condiciones equitativas… debe darles a los trabajadores y agricultores estadounidenses el mismo acceso a los mercados colombianos. Y la manera de hacerlo es con la aprobación del tratado de libre comercio. (Aplausos.)”, entre ellos los aplausos de los preferidos de la Casa Blanca, los estadounidenses Luis Alberto Moreno y Carolina Barco.
Hay una ofensiva republicana por la aprobación del tratado. En este sentido se pronunció el alcalde republicano de Nueva York, el candidato McCain y el subsecretario de agricultura, quien acaba de visitar el país.
Con estos apoyos, en medio de una reñida campaña en la cual los republicanos aparecen en desventaja y Bush está desacreditado, lo único que logran es exhibir a Uribe y a Colombia como uno de los pocos botines de guerra en la cruzada solitaria que ha aislado a Estados Unidos de todo el mundo. Uribe por su parte, preso de su obsecuencia ante el mandatario ‘gringo’, lo único que puede hacer es agradecer, seguir el guión trazado por la Casa Blanca y encomendarse a la providencia para que en la primera potencia del mundo sigan mandando los sectores más retardatarios del planeta.
Las dificultades del TLC con la ofensiva republicana y las vacilaciones demócratas, deben ser aprovechadas por el pueblo colombiano para reanudar su lucha en contra de este ignominioso tratado.
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