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Lucha antidroga
En la lucha contra las drogas, el país propone cambiar el método para eliminar los cultivos de coca. Esa es la propuesta que llevo el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, a los Estados Unidos. Dice que gustó.
Fecha: 07/24/2007 -
Colombia decidió modificar la manera de atacar los cultivos ilícitos en el país. Hasta el 20 de julio, el método por excelencia era la fumigación con glifosato desde avionetas en las zonas donde se sabía de la existencia de plantas de coca.De eso dio cuenta el propio ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, cuando presentó el balance de su cartera. El funcionario resaltó que en 2006 se asperjaron más de 172 mil hectáreas de coca, mientras que el número de hectáreas erradicadas manualmente apenas superó las 42 mil.
La guerra contra la coca es uno de los instrumentos fundamentales del Plan Colombia, que busca reducir la oferta de drogas en Estados Unidos. Pero el pasado viernes todo cambió. El presidente Álvaro Uribe, que apoyaba las fumigaciones, dijo que dentro de aquella estrategia, debe darse menos presupuesto para las aspersiones y más para la erradicación manual.
“Además de la negociación comercial, adelantamos con los Estados Unidos las conversaciones sobre lo que sería la nueva etapa del Plan Colombia contra las drogas ilícitas. Creemos que debe darse menos presupuesto a las fumigaciones, que sean apenas un recurso marginal, y mucho más soporte a la erradicación manual”, dijo Uribe en la instalación de las sesiones del Congreso.
Este martes, el ministro Santos, durante una visita en Washington, dijo que aquella propuesta había sido bien recibida por funcionarios de ese país como el secretario de Defensa, Robert Gates, y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice.
Una decisión semejante se veía venir. Las fumigaciones han provocado inconformidades desde hace mucho rato y en varios sectores.
Los analistas consideran que el giro que dio el Congreso de Estados Unidos respecto al monto del aporte fue crucial. La mayoría demócrata de ese parlamento definió que Colombia no recibiría 586 millones de dólares como lo venía haciendo años atrás. Para el futuro, su país desembolsará 527 millones de dólares y deberá disminuir la inversión militar (que incluye el dinero para las fumigaciones), para incrementar los recursos para programas sociales.
O sea que si Colombia quisiera seguir invirtiendo en glifosato como lo venía haciendo, el gasto deberá correr por su cuenta. Y los costos no son bajos.
A eso se suma que la disminución de la producción se ha vuelto difícil porque los cultivadores han aprendido a burlar las fumigaciones. Santos reconoció este martes que ellos han dejado de sembrar en terrenos grandes y lo hacen en pequeños para evitar los efectos del glifosato.
Precisamente, cuando hay matas de coca cerca de otros cultivos, las fumigaciones generan daños. Ricardo Vargas, un experto en el tema de antinarcóticos, señala como un elemento más de la crisis de la fumigación los perjuicios que ha generado en el café, por ejemplo.
“Los compradores de café, que la mayoría son norteamericanos, no quieren productos untados de químicos. Es un ejemplo de cómo se ha ido cambiando la imagen de la aspersión en ese país. Yo estuve allá hablando sobre ese tema y pude ver la impresión que causó, incluso en el partido republicano. Les dije que hacía falta una reglamentación clara de erradicación manual que se debería aplicar en esos casos”.
Vargas notó que “el tema causó un poco de vergüenza y la gente estaba con mucho silencio. Les impactó que nuestros programas sociales hayan sido fumigados por sus avionetas. Esa es una de las cosas que empezó a desbordar la concepción que se tenía del glifosato”.
Para casos como este, Santos argumentó este martes que “la erradicación manual es más efectiva. Ofrece más flexibilidad”.
Aquella manera de desenterrar las matas de coca puede ser muy efectiva en las zonas fronterizas. Sobre todo en la de Ecuador, que en reiteradas ocasiones se ha molestado porque el glifosato cae en sus tierras, en sus cultivos y sobre sus pobladores. Además, porque los residuos del herbicida, así caiga en Colombia, filtra sus aguas y las contamina. Y, por si fuera poco, reclaman porque los aviones invaden su espacio aéreo.
Con ese panorama, las fumigaciones se iban volviendo un dolor de cabeza. Por eso, quizá, lo mejor es cambiar la técnica contra los cultivo, por otra que, incluso, “es más barata y podemos hacer más esfuerzos con menos recursos”, según explicó Santos.
Sin embargo, el funcionario enfatizó en que las aspersiones no quedan descartadas, pero sí se omitirá su uso en regiones donde es más fácil erradicar manualmente.
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