Gustavo Rubén Triana S., Comité Ejecutivo Nacional de la CUT, junio 12 de 2008
Más de dos mil trabajadores de las firmas contratistas que laboran para ECOPETROL en la Refinería de Barrancabermeja, la principal del país, adelantaron un paro desde el 21 de mayo hasta el 29 de mayo. Como resultado, los trabajadores de contratistas, representados por la USO, lograron iniciar las negociaciones correspondientes con la Administración de ECOPETROL y no con cada uno de las empresas intermediarias.
El conflicto tiene origen en la negación de los derechos convencionales a quienes realizan actividades propias de la industria pero a través de contratistas, como es la construcción y montaje de nuevas unidades o plantas en el complejo industrial.
Al final de la negociación se acordó que la empresa asimila al Escalafón Convencional diecisiete de los oficios desempeñados, reajusta la jornada laboral, reconoce ajustes salariales a partir de diciembre de 2007, teniendo en cuenta la vigencia del nuevo Escalafón y el pago de una bonificación salarial. Además, los consorcios Santos CMI-Morelco, Inelectra Schrader Camargo S.A., ITS-Ismocol Termotécnica Coindustrial y Sadeven se comprometieron a no aplicar represalias por la justa protesta.
Varias son las lecciones de esta importante lucha. La primera, que sólo con la movilización se alcanzan las reivindicaciones. La segunda es la importancia de la organización. Dentro de este criterio, cabe resaltar la labor persistente de la USO por afiliar a los compañeros de contratistas, no para convivir con la tercerización y el contratismo, como lo plantean los sindicatos del uribismo tras sus propuestas de cooperativas y contratos sindicales, sino para recuperar los derechos y fortalecer la resistencia.
Esta batalla y el paro de diez días de los trabajadores de contratistas de ECOPETROL y Occidental en los campos de El Centro, en noviembre de 2007, cuando unieron sus reclamaciones laborales con la resistencia de las comunidades por impedir que la multinacional las desalojara, son dicientes de la posición de clase y la conciencia antiimperialista que debe adoptar el movimiento sindical.
Para dimensionar el valor de estas lecciones, recordemos que, con el Laudo Arbitral de 2003, el gobierno de Álvaro Uribe y la presidencia de Isaac Yanovich le arrebataron a la USO los artículos convencionales que protegían los derechos de los trabajadores temporales y de contratistas e impusieron para los directos y tercerizados un escalafón injusto y arbitrario. El sindicato no se echó a la pena por tan grave revés. Por el contrario, se dio a la tarea de volver a empezar buscando recobrar los derechos y con ello la confianza de las bases. No pudo el autoritarismo de Uribe ni la arrogancia de las multinacionales aplacar el espíritu de lucha de los trabajadores. Vale la consecuencia de los compañeros despedidos en la Patriótica Huelga de 2004 y cobra vigencia reclamar con mayor énfasis al gobierno de Uribe y a la Presidencia de ECOPETROL, para que se dé cumplimiento a los dispuesto por la OIT sobre su reintegro.
Estallan por todo el país las manifestaciones de resistencia contra la tercerización, que sobreexplota la mano de obra. Marcan la pauta los corteros de caña, los obreros de la palma africana y los contratistas de las multinacionales del carbón, entre otros. La obligación de las Centrales Obreras y de los partidos de oposición es ponerse al frente de las mismas y juntarlas al conjunto de pleitos que los colombianos adelantan para recobrar la soberanía y conquistar una nueva democracia.
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