Es famosa la historia del marido cornúpeta que, al saber que su mujer lo engañaba en el sofá de la sala, vende el sofá y considera que el problema está solucionado. Por copiar este ejemplo, nuestro Gobierno tiene montada una fábrica de divanes. El último mueble vendido es el de los cocales. Hace poco se conoció que los sembrados de coca pasaron en un año de 78.000 a 99.000 hectáreas, lo cual prueba tristemente que, aunque el Estado se esfuerza por combatir los cultivos ilegales, el narcotráfico lucha aún más por extenderlos.
La noticia debería suscitar reflexiones sobre el inútil modelo represivo, que ha hecho de la droga uno de las más lucrativos negocios del mundo. En vez de eso, Uribe canceló el acuerdo de medición de cultivos firmado hace nueve años con la ONU y lo entregará a una empresa privada: quiere mejorar los resultados. La firma, menos seria y más avisada que la ONU, sabe que basta con diseñar un sistema de medición favorable para perdurar en el jugoso contrato.
La carrera 8a. 7-26 se volvió la Feria del Sofá. En el 2002, el Dane reveló que 8,8 millones de colombianos vivían en condiciones de miseria. Preocupado, el Gobierno creó una misión especial para erradicar la pobreza, que en apenas doce meses cumplió su cometido y redujo los menesterosos a 5 millones. ¿Cómo logró el milagro? Muy sencillo: vendiendo el sofá. Si en el caso de los cocales la receta consiste en cambiar al que mide, en el de la pobreza, como las cifras eran oficiales, lo indispensable era cambiar la medida. Agregando un logaritmo allí, subiendo un límite allá, redondeando aquí y allá, se enriquecieron de súbito 4 millones de compatriotas. Los expertos denunciaron el busilis y los economistas expusieron dudas sobre la veracidad de las cifras. Pero ya había sofá de estreno.
Hace poco se repitió la maniobra, según quedó al descubierto en entrevista de Yamid Amat con Héctor Maldonado, director del Dane (EL TIEMPO, 27 de abril/08). Ante el aumento de las cifras de desempleo, la oficina estatal de estadísticas inició en noviembre un nuevo sistema de cálculos que -proclamó Maldonado- "mejora varios elementos". El mes próximo sabremos en qué consistió esa mejoría. Debe de ser muy satisfactoria a ojos del Gobierno, pues ya se anuncia que también cambiará la tasación de la canasta familiar.
A lo mejor, la maquinita que disminuye el número de pobres y mermará el de cocales es la misma que cuenta el asesinato de sindicalistas. El ex ministro Rudolf Hommes protestó hace poco, con razón, cuando una entidad cercana al Gobierno afirmó que la tasa de homicidios de sindicalistas es inferior a la del promedio de los colombianos. Semejante respuesta a las quejas internacionales por la matanza continua de dirigentes obreros en los últimos años parece una burla. "Hay que tener mucho cuidado con las estadísticas", advirtió Hommes indignado.
Es posible que pronto apliquen la maquinita para bajar el número de desplazados, que va por los 3,5 millones, y subir el de deforestación provocada por cultivos ilícitos en los parques nacionales, inferior a la calculada. Descubierto el truco, sólo es cuestión de aplicarlo. ¿Quién compra sofás?
ESQUIRLAS. 2) Quienes vimos alguna vez en Daniel Ortega al salvador de Nicaragua nos damos hoy golpes de pecho y confesamos nuestra profunda decepción con este impresentable personaje.
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