Por los amantes críticos

EL DERECHO A DISENTIR

María Jimena Duzán. Columnista de EL TIEMPO.

Según William Sloane, un pastor protestante, hay tres clases de patriotas. Los dos primeros reflejan a un patriota que se comporta como un amante entregado y renuente a todo asomo de crítica. El tercero es el patriota honesto -el "amante crítico"-, para quien la relación con su país pasa por el fino cedazo del cuestionamiento. Eso le escuché a un apasionado líder de paz de Irlanda del Norte -Derick Wilson- cuando explicaba la importancia de los amantes críticos en procesos de paz como el que vive su país, sobre todo desde hace seis meses, cuando se integró un gobierno compartido entre dos enemigos históricos, el partido republicano de Sinn Fein y los unionistas pro británicos.

Guardadas proporciones, la frase es aplicable al caso colombiano, aunque estemos lejos de un proceso de paz como el de Irlanda del Norte, y el gobierno del presidente Uribe insista en que en esta renovada patria que él rescató de la barbarie no hay ni el conflicto, ni paramilitarismo, ni sindicalistas asesinados, ni secuestrados de la guerrilla, ni los desplazados por causa del conflicto.

Obviamente, el patriota que emociona a Uribe es de la estirpe del amante entregado y ciego, incapaz de cuestionar lo que de por sí para ellos es incuestionable. Los amantes críticos son considerados una especie de herejes apátridas, que con sus opiniones terminan haciéndole el juego a la guerrilla.

Bajo este esquema, el Gobierno se las ha ingeniado para ir mermando a la oposición de manera preocupante. Cada vez que alguien del Polo o del Partido Liberal opina sobre un tema espinoso que tenga que ver con el concepto de patria, Uribe saca su artillería y lo descalifica con una agitada arenga, argumentando que esa posición contribuye al fortalecimiento de la subversión y del terrorismo. Proscritos están también los "apátridas" que se van a hablar con los congresistas estadounidenses y convencen a Hillary Clinton con "mentiras" como la de que en este país existe un conflicto, en el que se mata a sindicalistas. Luego vienen las encuestas y lo de siempre: el Presidente sube en popularidad y sus críticos aumentan su opinión desfavorable y se amedrentan. Por la aplanadora han pasado el ex presidente Gaviria, jefe del Partido Liberal; Rafael Pardo, Gustavo Petro, Carlos Gaviria... Los resultados para el Presidente han sido contundentes a su favor a pesar de que los que perdamos seamos los colombianos. Cada vez la oposición hace menos oposición y más silencio.

La aversión por la diversidad de opiniones y la controversia ha logrado neutralizar también a los organismos de control. La Defensoría del Pueblo se ha convertido en una caja de resonancia del Gobierno, cuando debería ser la voz de los desvalidos. La última controversia a que dio lugar la elección del magistrado Mauricio González a la Corte Constitucional dejó el sabor de que el Gobierno también maneja tras bambalinas los hilos del poder de tan importante tribunal. La Contraloría General parece convidada de piedra. Ni quita ni pone. Y de la Procuraduría esperamos que las declaraciones del Procurador a Cecilia Orozco sirvan para vigorizar una gestión fiscalizadora que nos está haciendo falta. Por no hablar de algunos medios, que andan en una actitud de defensa a ultranza de las peleas que casa el Gobierno. En las últimas elecciones prácticamente eran caja de resonancia de la propaganda oficial.

Es hora de reivindicar la existencia de los amantes críticos. Las voces de la tolerancia cómplice, de los patriotas acólitos, son malas consejeras y condenan a la sociedad a vivir en el unanimismo y el miedo. Yo sí reivindico el derecho de exponer ideas y opiniones en representación de aquellos que pensamos distinto.

Aquí, en Irlanda del norte, no ha habido ni verdad, ni reconciliación ni justicia. Pero hasta los silencios que se han pactado en este proceso de paz se han hecho en consenso con la sociedad y los políticos. ¿Podrá venir el doctor Ternura, o lo que queda de él, a estos lares para ver si en Colombia nos sentamos a hacer lo mismo?