Soberanía perforada

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El Tiempo.

COLOMBIA Y LOS SECUESTRADOS

Juan Gabriel Tokatlián *

La liberación de dos rehenes por parte de las Farc expresa, dramáticamente, que Colombia está a punto de tener su soberanía perforada por completo.

Los grupos armados de distinto signo ideológico han mostrado, año tras año, lustro tras lustro, década tras década, que la soberanía territorial del Estado se fue desdibujando. La persistente acción del narcotráfico y del crimen organizado transnacional ha hecho que la soberanía formal del país quedara en entredicho. La intervención indirecta masiva de Estados Unidos en el país significó una nueva pérdida de soberanía política, interna y externa. Los fracasados procesos de paz que contaron con acompañamiento internacional corroboraron que una vasta gama de actores foráneos, estatales y no estatales, disminuían aún más la soberanía diplomática de Colombia.

El episodio de la reciente entrega, que contó con un inusitado involucramiento europeo liderado por Francia y la activa participación suramericana encabezada por Venezuela, añade más fragilidad a la porosa soberanía nacional.

La actitud del gobierno del presidente Álvaro Uribe y las Farc frente a la cuestión humanitaria ha contribuido a que Colombia tenga hoy su soberanía internacional seriamente debilitada. La obstinación del mandatario, la habilidad de la guerrilla y el silencio ciudadano han hecho que en vez de resolver el tema humanitario internamente entre colombianos, la comunidad de naciones y distintas coaliciones de fuerzas externas hicieran que el principio de no intervención se opacara drásticamente en el país. Aún antes de que el presidente Chávez solicitara que las Farc sean objeto del reconocimiento de su condición beligerante, la soberanía doméstica y exterior de Colombia estaba penetrada y resquebrajada: la reciente reunión extraordinaria de la OEA lo confirma. Además de responderle al mandatario venezolano y de comprender la dinámica de lo que ocurre actualmente con el sistema interamericano y el papel de Colombia en el mismo, los colombianos tienen que preguntarse y cuestionarse cómo fue que se llegó a este punto.

El Estado, los sectores oficialistas, las fuerzas de oposición, los distintos actores de la sociedad civil y aun los grupos armados debieran tener como horizonte estratégico la recuperación real de la soberanía. No se trata de chauvinismo ni xenofobia; se trata de un nacionalismo elemental y constructivo.

El conflicto armado y el negocio ilícito de las drogas seguirán prosperando hasta que Colombia no establezca un nuevo pacto social, político e institucional que coloque en el centro neurálgico de su consecución la recuperación y la reconstrucción de la soberanía.

El aporte internacional al humanitarismo y a la paz puede prosperar solamente en ese marco.

* Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés (Argentina)

Juan Gabriel Tokatlián *

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